¿Qué pasa si nado con un tatuaje recién hecho?

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Durante las primeras dos o tres semanas tras un tatuaje, evita nadar en piscinas o el mar. El cloro y la sal pueden irritar la piel recién tatuada, dificultar la cicatrización e incluso afectar la intensidad del color.

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El Peligro Oculto Bajo el Agua: Por Qué Debes Evitar Nadar con un Tatuaje Recién Hecho

Hacerse un tatuaje es una experiencia emocionante y significativa. La idea de lucir tu nueva obra de arte en la playa o en la piscina es tentadora, pero la realidad es que sumergir tu piel recién tatuada en agua, especialmente en piscinas cloradas o en el mar, puede ser contraproducente y hasta peligroso.

Las agujas que dan vida a tu tatuaje también dejan micro heridas en tu piel, haciéndola vulnerable a infecciones y factores externos. Durante el proceso de curación, que generalmente dura entre dos y tres semanas, tu piel necesita un ambiente limpio y seco para recuperarse adecuadamente. Es aquí donde el agua se convierte en un enemigo silencioso.

¿Por qué nadar es un problema?

El agua en sí misma no es el problema, sino lo que contiene:

  • Cloro: Las piscinas suelen estar cargadas de cloro, un potente desinfectante que, aunque elimina bacterias, también es agresivo para la piel, especialmente cuando está recién tatuada. El cloro puede irritar la zona, resecarla en exceso y alterar el proceso natural de cicatrización. Esto puede derivar en picazón, enrojecimiento e incluso inflamación.

  • Sal: El agua de mar, por su parte, contiene altos niveles de sal. Si bien la sal puede tener propiedades antisépticas en ciertas circunstancias, en una herida fresca como un tatuaje, puede resecar la piel de manera exagerada, ralentizando la cicatrización y, lo que es peor, llegando a alterar la intensidad y el brillo de los colores del tatuaje.

  • Bacterias: Tanto las piscinas públicas como el mar pueden albergar bacterias y microorganismos que pueden entrar en contacto con la piel tatuada y causar infecciones. Una infección no solo prolonga el tiempo de curación, sino que también puede dañar el diseño del tatuaje y dejar cicatrices permanentes.

Las Consecuencias de Ignorar la Advertencia

Si te aventuras a nadar con un tatuaje recién hecho, te arriesgas a:

  • Retraso en la cicatrización: La exposición al agua clorada o salada puede interferir con el proceso natural de curación, prolongando el tiempo necesario para que tu tatuaje sane por completo.

  • Desvanecimiento del color: Los colores del tatuaje pueden perder intensidad y brillo, haciendo que la obra de arte se vea opaca y menos vibrante de lo que debería.

  • Infección: El riesgo de infección aumenta considerablemente, lo que puede requerir tratamiento médico y dejar cicatrices no deseadas.

  • Distorsión del diseño: En casos severos, la piel dañada por la exposición al agua y la posible infección pueden distorsionar el diseño original del tatuaje.

La Paciencia es la Clave

La mejor recomendación es simple: espera. Durante las primeras dos o tres semanas, evita sumergirte en piscinas, jacuzzis, lagos, ríos y, por supuesto, el mar. Prioriza la higiene adecuada lavando suavemente el tatuaje con agua y jabón neutro según las indicaciones de tu tatuador y aplica la crema cicatrizante recomendada.

Una vez que la piel esté completamente cicatrizada y la superficie del tatuaje esté lisa y suave, podrás disfrutar del agua sin preocupaciones. Pero, hasta entonces, la paciencia es la clave para asegurar que tu nuevo tatuaje luzca espectacular durante muchos años. Recuerda, una pequeña espera ahora te ahorrará muchos problemas en el futuro.