¿Cómo se clasifican los alojamientos hoteleros?

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Los alojamientos hoteleros se clasifican principalmente por su gestión: propiedad, contrato o franquicia. También existen modalidades como la multipropiedad y los condominios, que añaden complejidad a la clasificación.
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Más allá de las estrellas: Desentrañando la clasificación de los alojamientos hoteleros

La elección de un alojamiento ideal va mucho más allá de la simple búsqueda de un hotel de 4 o 5 estrellas. Detrás de esa distinción, existen diferentes criterios que definen no solo la calidad, sino también la estructura y la forma de gestión del establecimiento. Si bien la clasificación por estrellas es un elemento fundamental, la forma en que se gestiona el hotel puede influir significativamente en la experiencia del huésped y es, en definitiva, uno de los pilares de su tipología.

Tradicionalmente, la clasificación se ha centrado en la categoría del servicio y la infraestructura, que se mide por estrellas. Sin embargo, esta visión superficial no revela toda la historia. Los alojamientos hoteleros se clasifican principalmente por su gestión:

  • Propiedad: En este modelo, el propietario asume todas las responsabilidades de la gestión y las decisiones del negocio, desde la contratación del personal hasta la fijación de precios y la estrategia de marketing. Este enfoque suele implicar un mayor control y la posibilidad de una mayor personalización del servicio, a menudo adaptado a las preferencias del propietario.

  • Contrato: En este caso, un operador externo gestiona el hotel bajo un acuerdo contractual con el propietario. El operador se encarga de la operación diaria, incluyendo la comercialización y la atención al cliente, mientras que el propietario aporta la propiedad física del hotel. Esta modalidad ofrece al propietario la posibilidad de delegar la gestión, obteniendo beneficios sin la carga administrativa y operativa.

  • Franquicia: Similar al contrato, pero con un grado superior de estandarización. El franquiciado sigue las normas y procedimientos establecidos por la marca franquiciadora, lo que garantiza una imagen y calidad consistentes. Esto puede resultar atractivo tanto para los clientes, que esperan un nivel de servicio predecible, como para los propietarios, que disfrutan de un modelo de negocio probado.

Sin embargo, la clasificación va más allá de estos tres modelos principales. Otras modalidades complejas como la multipropiedad y los condominios añaden una dimensión crucial a la categorización.

  • Multipropiedad: En este sistema, los propietarios adquieren una fracción de un hotel, que se utiliza durante un período de tiempo acordado, o bien por un número determinado de noches al año. Esta forma de propiedad genera una oferta más flexible que puede resultar atractiva para algunos usuarios, especialmente para estancias vacacionales.

  • Condominios: Los condominios turísticos, que incluyen tanto alojamientos independientes como de hotel, son otra opción distintiva. Los propietarios tienen la propiedad de las unidades, pero el complejo puede estar gestionado bajo un contrato o franquicia. Esta modalidad añade un componente residencial a la experiencia hotelera.

En conclusión, entender estas diferentes formas de gestión es fundamental para tomar una decisión informada al reservar un alojamiento. No solo se trata de estrellas y comodidades, sino de la forma en que el hotel está operado, la experiencia del propietario en la gestión y el grado de estandarización del servicio. La elección correcta depende de las necesidades y expectativas de cada viajero.