¿Cómo se llaman las estrellas jóvenes?

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En su etapa inicial, las estrellas se conocen como protoestrellas. Estas crecen absorbiendo material de las nubes moleculares circundantes, evolucionando hasta convertirse en estrellas de secuencia principal, donde pasan la mayor parte de su vida.

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El Nacimiento Estelar: De Protoestrellas a Gigantes Brillantes

Las estrellas, esos puntos luminosos que adornan la noche, no nacen plenamente formadas. Su infancia, un periodo de intensa actividad y transformación, las define como algo más que simples puntos en el cielo. Entonces, ¿cómo llamamos a estas estrellas en sus primeros estadios de vida? La respuesta, sencilla pero fascinante, es: protoestrellas.

Estas no son estrellas en el sentido convencional. No son esferas de gas incandescente en equilibrio hidrostático, fusionando hidrógeno en helio como lo hacen las estrellas de secuencia principal, las que vemos brillando durante la mayor parte de sus existencias. Las protoestrellas son, en esencia, embriones estelares, cuerpos celestes en formación, aún inmersos en sus capullos de gas y polvo cósmico.

Imaginen una vasta nube molecular, una gigantesca reserva de hidrógeno, helio y trazas de otros elementos, flotando en la oscuridad del espacio. Dentro de estas nebulosas, perturbaciones gravitatorias, quizá causadas por la explosión de una supernova cercana o la colisión de dos nubes, provocan un colapso gravitacional. Este colapso, un proceso lento pero inexorable, concentra la materia en regiones cada vez más densas, dando lugar a la formación de un núcleo denso y caliente: la protoestrella.

A medida que la protoestrella va acumulando masa, absorbiendo material de la nube molecular circundante a través de un disco de acrecimiento, su temperatura y presión interna aumentan. Este proceso de acreción continúa durante miles o incluso millones de años, moldeando gradualmente la estrella que se convertirá. Durante esta fase, la protoestrella emite radiación infrarroja, invisible para nuestros ojos, pero detectable mediante telescopios especializados. Es en esta fase infrarroja donde los astrónomos identifican y estudian a estos bebés estelares.

Finalmente, una vez que la temperatura y presión en el núcleo de la protoestrella alcanzan un umbral crítico, comienza la fusión nuclear. El hidrógeno se convierte en helio, liberando una inmensa cantidad de energía que detiene el colapso gravitatorio. En este punto, la protoestrella emerge de su capullo, dejando atrás el remanente de la nube molecular, y se convierte en una estrella de secuencia principal. Este es el estado adulto de una estrella, donde pasa la mayor parte de su tiempo, brillando con luz propia, antes de evolucionar hacia etapas posteriores de su ciclo de vida, como gigante roja o enana blanca, dependiendo de su masa.

En resumen, mientras que la expresión “estrella joven” puede ser empleada coloquialmente, el término científico preciso para referirse a una estrella en su fase inicial de formación es protoestrella. Su estudio proporciona información crucial para comprender el proceso de formación estelar y el origen de los elementos que conforman nuestro universo.