¿Cuándo no utilizar agua en caso de incendio?

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Nunca uses agua para extinguir incendios provocados por fallas eléctricas o líquidos inflamables. El agua conduce la electricidad, lo que podría causar una electrocución si entra en contacto con un circuito energizado. En incendios con líquidos inflamables, el agua puede esparcir el fuego, empeorando la situación. Utiliza extintores apropiados para cada tipo de fuego.

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¡Agua, no siempre la solución! Cuándo el agua se convierte en tu peor enemigo ante un incendio.

Todos hemos escuchado que el agua es el mejor amigo del bombero y una herramienta vital para combatir el fuego. Sin embargo, existe una importante excepción a esta regla: hay situaciones específicas donde el uso de agua en un incendio puede resultar no solo ineficaz, sino extremadamente peligroso. Ignorar estas situaciones puede transformar un pequeño incidente en una catástrofe.

La clave para combatir incendios de forma segura y eficaz radica en comprender la naturaleza del combustible que está alimentando las llamas y en conocer las propiedades de los diferentes agentes extintores. En este sentido, el agua, a pesar de ser versátil, tiene sus limitaciones.

¿Cuándo, entonces, debemos evitar a toda costa el uso de agua para apagar un incendio?

Principalmente, existen dos escenarios críticos donde el agua se convierte en un riesgo en lugar de una solución:

  • Incendios de origen eléctrico: Este es, quizás, el ejemplo más importante y peligroso. El agua es un excelente conductor de electricidad. Si intentas apagar un fuego provocado por un cortocircuito o una sobrecarga eléctrica con agua, corres un altísimo riesgo de electrocución. El agua, al entrar en contacto con un circuito energizado, puede transmitir la corriente eléctrica a través del suelo o a través de ti mismo, con consecuencias fatales. En estos casos, la primera acción debe ser cortar el suministro eléctrico. Una vez hecho esto y asegurando que no existe riesgo eléctrico, se podría considerar el uso de un extintor adecuado.

  • Incendios con líquidos inflamables: Hablamos de incendios alimentados por combustibles como gasolina, aceite, queroseno o disolventes. La razón por la que el agua es contraproducente en estos casos es sencilla: la mayoría de estos líquidos son menos densos que el agua, lo que significa que flotan sobre ella. Al rociar agua sobre un incendio de líquidos inflamables, lejos de sofocar las llamas, lo que harás será dispersar el combustible ardiente, extendiendo el fuego a áreas más amplias y empeorando la situación. Imagina verter agua sobre un charco de gasolina en llamas: la gasolina se extenderá flotando sobre el agua, llevando el fuego consigo.

La alternativa: Extintores adecuados para cada tipo de fuego.

Es fundamental tener claro que no todos los incendios son iguales y, por lo tanto, no se combaten de la misma manera. La mejor defensa contra un incendio es la prevención y la preparación. Asegúrate de tener en casa y en el trabajo extintores adecuados para diferentes tipos de fuego (A, B, C, D, K) y aprende a utilizarlos correctamente. Los extintores etiquetados con las letras “B” son ideales para incendios de líquidos inflamables y los etiquetados con “C” para incendios eléctricos, después de haber cortado la corriente.

En resumen:

Nunca subestimes la importancia de saber cuándo el agua no es la solución. En incendios eléctricos y con líquidos inflamables, su uso puede ser catastrófico. La clave está en la prevención, la identificación correcta del tipo de fuego y la utilización del extintor adecuado. Recuerda, ante la duda, lo más importante es la seguridad. Llama a los bomberos y evacua la zona si no estás seguro de cómo actuar.