¿Cuántos kilómetros hay desde el suelo hasta el espacio?

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La línea de Kármán, ubicada a 100 kilómetros sobre la Tierra, se considera el límite convencional del espacio exterior. Esta demarcación define dónde termina el espacio aéreo y comienza el espacio exterior, marcando la transición entre el control aéreo de un país y el territorio que se considera libre para la exploración espacial.

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¿A qué altura comienza el espacio? La nebulosa frontera de los 100 kilómetros

La pregunta de dónde termina la atmósfera terrestre y comienza el inmenso vacío del espacio exterior no es tan sencilla como parece. No existe una frontera nítida y definida, sino una transición gradual. Sin embargo, por convención, se ha establecido un límite: la línea de Kármán, situada a 100 kilómetros sobre el nivel del mar.

Esta cifra, de apariencia arbitraria, no es fruto del azar. Representa un punto de equilibrio complejo, resultado de la interacción entre la densidad atmosférica y la capacidad de un avión o vehículo aeroespacial para generar sustentación aerodinámica. A esta altitud, la atmósfera es tan tenue que un avión, para mantener la sustentación, necesitaría alcanzar una velocidad orbital, superando significativamente la velocidad del sonido. En otras palabras, a 100 kilómetros, la atmósfera es demasiado delgada para proporcionar la fuerza necesaria para el vuelo sostenido, incluso a velocidades extremas.

Por lo tanto, los 100 kilómetros no representan una separación abrupta, sino un punto a partir del cual la aerodinámica deja de ser relevante para el vuelo y la dinámica orbital se convierte en el factor dominante. Es aquí donde la influencia gravitatoria terrestre sigue siendo significativa, pero la atmósfera es tan tenue que se considera prácticamente inexistente para la navegación aérea convencional.

La designación de la línea de Kármán como límite del espacio exterior es, por lo tanto, una convención práctica, adoptada por la Fédération Aéronautique Internationale (FAI) en 1950, y que sirve como referencia para la distinción entre vuelos atmosféricos y vuelos espaciales. Esta demarcación tiene implicaciones cruciales para la legislación internacional, determinando la soberanía de un país sobre su espacio aéreo y estableciendo el marco regulatorio para la exploración y utilización del espacio exterior, un territorio considerado como patrimonio común de la humanidad.

No obstante, es importante recalcar que la atmósfera terrestre no termina bruscamente a los 100 kilómetros. Partículas de aire, aunque en cantidades extremadamente pequeñas, se extienden mucho más allá, incluso a miles de kilómetros, gradualmente difuminándose en el espacio interplanetario. La línea de Kármán, por tanto, representa un punto de referencia práctico, una línea en el mapa, más que una verdadera frontera física. La realidad, como suele ocurrir en la naturaleza, es más compleja y menos definida que cualquier simplificación artificial.