¿Por qué no sentimos que la Tierra gira?

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La Tierra gira a velocidad constante, igual que todo lo que hay en ella. Esta velocidad compartida la enmascara, haciendo que no percibamos su movimiento. Por ello, no sentimos la rotación terrestre.
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Por qué no sentimos que la Tierra gira

A pesar de que la Tierra gira constantemente a una velocidad de aproximadamente 1.600 kilómetros por hora en el ecuador, no percibimos su movimiento. Esta desconcertante ausencia de sensación se debe a un fenómeno conocido como “velocidad compartida”.

Velocidad compartida

Todo lo que se encuentra en la Tierra, incluidos nosotros, los edificios, el aire y los océanos, gira a la misma velocidad que el planeta. Esta velocidad compartida crea un marco de referencia estable que enmascara el movimiento de rotación.

Piense en un carrusel. Cuando gira, todas las personas y los objetos que están sobre él se mueven a la misma velocidad, por lo que no sienten que se están moviendo. Lo mismo ocurre con la Tierra: estamos tan acostumbrados a su velocidad de rotación que no la notamos.

Falta de fricción

Además de la velocidad compartida, la falta de fricción también contribuye a nuestra falta de percepción del movimiento de la Tierra. La fricción es una fuerza que se produce cuando dos superficies entran en contacto y se deslizan una contra la otra. En el caso de la Tierra, no existe fricción significativa entre el planeta y el espacio exterior. Esto significa que nada impide que la Tierra gire libremente, sin crear ninguna sensación.

Cambios graduales

Si bien la Tierra gira a una velocidad constante, el cambio en su velocidad es gradual. Esto significa que nuestros cuerpos no experimentan una aceleración o desaceleración repentina que pueda alertarnos de su movimiento.

Además, nuestro sistema vestibular, que es responsable del equilibrio y la orientación espacial, no es sensible a los movimientos lentos y graduales como la rotación de la Tierra.

Conclusión

La combinación de velocidad compartida, falta de fricción y cambios graduales enmascara la rotación de la Tierra, lo que nos impide sentirla. Como resultado, podemos ir sobre nuestras vidas sin ser conscientes del movimiento constante de nuestro planeta debajo de nuestros pies.