¿Cómo es el proceso de salazón?

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La salazón deshidrata y conserva el jamón. Las piezas se cubren completamente con sal y se almacenan en cámaras refrigeradas (0-5ºC), con humedad relativa del 70-90%.
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El Arte de la Salazón: Un Viaje al Corazón del Jamón Ibérico

La salazón, un proceso milenario, es el pilar fundamental en la elaboración del jamón ibérico y otros productos cárnicos, confiriéndoles su característico sabor, aroma y textura. Mucho más que una simple técnica de conservación, la salazón es un arte que requiere precisión, paciencia y un profundo conocimiento de las variables que intervienen. No se trata simplemente de añadir sal; es una danza delicada entre la sal, la carne y el tiempo.

El proceso se inicia con la selección minuciosa de las piezas, preferiblemente de cerdos ibéricos alimentados con bellota, aunque la técnica se aplica a otras carnes. Una vez seleccionadas, comienza la fase crucial: el cubrimiento con sal. No es un proceso uniforme; se realiza en capas, alternando la sal con la pieza para asegurar una penetración completa y homogénea. La cantidad de sal empleada se calcula cuidadosamente en función del peso y tipo de pieza, buscando un equilibrio que permita la correcta deshidratación sin comprometer la calidad del producto final.

La sal, mucho más que un conservante, juega un papel activo en la deshidratación de la carne, extrayendo el agua y reduciendo la actividad acuosa. Este proceso inhibe el crecimiento de microorganismos, evitando la proliferación de bacterias y prolongando la vida útil del producto. Simultáneamente, la sal inicia una compleja interacción con las proteínas de la carne, contribuyendo al desarrollo del sabor y la textura característica del jamón curado.

Tras el salado, las piezas se trasladan a cámaras refrigeradas, controlando con precisión dos parámetros vitales: la temperatura y la humedad. El rango de temperatura ideal se sitúa entre 0 y 5ºC, mientras que la humedad relativa oscila entre el 70% y el 90%. Estas condiciones ambientales son esenciales para una correcta deshidratación y maduración, evitando un secado excesivo que podría resultar en un producto demasiado duro o, por el contrario, una humedad residual que favorecería la proliferación de mohos indeseados.

El tiempo de permanencia en estas cámaras varía según el peso y el tipo de pieza, pudiendo durar varias semanas o incluso meses. Durante este periodo, los maestros jamoneros realizan un seguimiento exhaustivo, controlando la evolución de cada pieza y realizando ajustes en la temperatura y humedad según sea necesario. Es una labor que exige experiencia y un profundo conocimiento del proceso, un saber hacer transmitido de generación en generación.

En resumen, la salazón no es solo una etapa de conservación; es el inicio de una transformación compleja que culmina en un producto gourmet de alta calidad como el jamón ibérico. La precisión en la cantidad de sal, el control meticuloso de la temperatura y la humedad, y la experiencia del maestro jamonero son los elementos clave que garantizan la obtención de un producto excepcional, digno de la tradición y el arte de la curación española.