¿Qué se puede beber durante el entrenamiento?

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Para optimizar el rendimiento durante el entrenamiento, el agua se impone como la opción ideal. Su consumo regular previene la deshidratación, combate la fatiga y asegura una hidratación óptima para un ejercicio eficiente y seguro.
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Más Allá del Agua: La Hidratación Inteligente Durante el Entrenamiento

La hidratación es un pilar fundamental para el rendimiento deportivo, y si bien el agua reina suprema como la bebida estrella durante el entrenamiento, ignorar otras opciones puede significar perder una ventaja competitiva. Si bien la afirmación de que el agua es la opción ideal es innegable para la mayoría de los casos, la realidad es más matizada y depende de la intensidad, duración y tipo de ejercicio realizado. Profundicemos en las diferentes opciones y cuándo son más beneficiosas.

El Agua: El Rey indiscutible (pero con matices)

Como se mencionó, el agua es esencial. Su consumo regular antes, durante y después del entrenamiento previene la deshidratación, un enemigo silencioso que reduce el rendimiento, aumenta la fatiga y eleva el riesgo de lesiones. La deshidratación incluso de un 2% puede disminuir significativamente la capacidad cardiovascular y la fuerza muscular. Por lo tanto, mantenerse bien hidratado con agua es la base sobre la cual construir cualquier estrategia de hidratación. La cantidad de agua necesaria varía según factores individuales como el peso, la intensidad del entrenamiento y el clima, pero una buena regla general es beber regularmente a lo largo de la sesión, incluso antes de sentir sed.

Más allá del H₂O: ¿Cuándo son útiles otras bebidas?

Para entrenamientos de alta intensidad y larga duración (más de una hora), la simple agua puede no ser suficiente para reponer electrolitos perdidos a través del sudor. Aquí es donde entran en juego otras opciones:

  • Bebidas deportivas: Estas bebidas contienen electrolitos (sodio, potasio, magnesio) y carbohidratos, que ayudan a reponer las reservas de energía y a mantener el equilibrio electrolítico. Su uso es más recomendable en entrenamientos prolongados y extenuantes, no para sesiones cortas de baja intensidad. La elección debe ser consciente: un exceso de azúcar puede ser contraproducente. Optar por bebidas con bajo contenido de azúcar es crucial.

  • Agua con electrolitos: Si se busca reponer electrolitos sin el aporte extra de carbohidratos, el agua con electrolitos (disponibles en sobres o tabletas) puede ser una excelente alternativa. Son ideales para entrenamientos de resistencia moderada a intensa, donde la pérdida de electrolitos es significativa pero el requerimiento energético no es tan elevado.

  • Zumos naturales (con moderación): Los zumos de fruta, especialmente los de cítricos, aportan electrolitos y carbohidratos naturales. Sin embargo, su alto contenido de azúcar debe ser considerado con precaución. Se recomienda su consumo con moderación y preferiblemente diluidos con agua.

Lo que debemos evitar:

  • Bebidas azucaradas: Refrescos, zumos procesados y bebidas energéticas cargadas de azúcar pueden causar picos de glucosa en sangre, seguidos de bajones de energía y un aumento de la fatiga.

  • Bebidas con cafeína o alcohol: Si bien la cafeína puede tener un efecto estimulante, su consumo excesivo puede deshidratar y perjudicar el rendimiento a largo plazo. El alcohol está totalmente contraindicado durante y después del entrenamiento por sus efectos deshidratantes y perjudiciales para la recuperación muscular.

Conclusión:

La hidratación óptima es clave para un entrenamiento eficaz y seguro. Si bien el agua es la piedra angular de cualquier estrategia de hidratación, la elección de la bebida adecuada dependerá de las características del entrenamiento. Escuchar a tu cuerpo, prestar atención a las señales de deshidratación y adaptar la ingesta de líquidos a la intensidad y duración del ejercicio son factores cruciales para optimizar el rendimiento y disfrutar al máximo de tu actividad física.