¿Cómo afecta el queso a la salud?

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El queso es un alimento nutritivo que aporta proteínas para el desarrollo muscular, vitaminas esenciales y minerales, además de grasas de fácil digestión. Consumir una porción diaria de queso puede contribuir a una dieta saludable.
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El Queso: Un Aliado o un Antagonista de la Salud? Descifrando la Complejidad de este Delicioso Alimento

El queso, con su versatilidad y sabor inigualable, ocupa un lugar destacado en la gastronomía mundial. Pero más allá de su delicioso paladar, la pregunta sobre su impacto en la salud es compleja y requiere un análisis más profundo que un simple “bueno” o “malo”. Si bien es cierto que una porción diaria de queso puede contribuir a una dieta equilibrada, la realidad es mucho más matizada.

Es innegable que el queso aporta beneficios nutricionales significativos. Como se menciona, es una excelente fuente de proteínas de alta calidad, esenciales para el crecimiento y reparación de tejidos musculares. Su contenido en vitaminas, especialmente las del grupo B (B12, B2, B1), y minerales como el calcio, el fósforo y el zinc, contribuyen al buen funcionamiento del organismo. Las grasas que contiene, principalmente saturadas, aunque a menudo demonizadas, son en su mayoría de fácil digestión, contribuyendo a la sensación de saciedad.

Sin embargo, la composición nutricional del queso es altamente variable, dependiendo de factores como el tipo de leche utilizada (vaca, oveja, cabra), el proceso de maduración, el contenido de grasa y la adición de ingredientes como sal. Un queso fresco y bajo en grasa tendrá un perfil nutricional muy diferente a un queso curado y graso.

El punto crucial reside en la moderación. Si bien las proteínas, vitaminas y minerales son beneficiosos, el alto contenido de grasas saturadas y sodio en muchos tipos de queso puede ser perjudicial si se consume en exceso. Un consumo excesivo puede contribuir al aumento de colesterol LDL (“malo”), incrementando el riesgo de enfermedades cardiovasculares. Asimismo, el alto contenido de sodio puede agravar problemas de hipertensión arterial.

Además, algunas personas pueden presentar intolerancia a la lactosa, el azúcar presente en la leche, lo que provoca síntomas digestivos desagradables tras el consumo de queso. En estos casos, existen alternativas como quesos elaborados con leche sin lactosa o quesos vegetales.

En conclusión, el queso no es un alimento “milagroso” ni un enemigo de la salud. Su papel en una dieta equilibrada depende enteramente de la moderación y la elección adecuada. Incluir una porción moderada de queso, preferiblemente bajo en grasa y sodio, como parte de una alimentación variada y rica en frutas, verduras y cereales integrales, puede ser beneficioso. La clave está en la consciencia y la diversificación de la dieta, evitando la dependencia de un solo alimento para cubrir las necesidades nutricionales. Consultar con un profesional de la salud o nutricionista es siempre recomendable para determinar la cantidad apropiada de queso según las necesidades individuales y el estado de salud.