¿Dónde está cada sabor en la lengua?

1 ver

Según la división de sabores en la lengua, el dulce se percibe en la punta, el amargo en la parte posterior, mientras que lo salado y ácido se detectan en los laterales, y el umami en el centro.

Comentarios 0 gustos

Más allá del mapa de la lengua: Descifrando la percepción del sabor

Desde la escuela primaria, muchos hemos aprendido el famoso “mapa de la lengua”, que divide la superficie lingual en zonas específicas para cada sabor: dulce en la punta, salado y ácido en los laterales, amargo en la parte posterior y umami en el centro. Sin embargo, esta representación, aunque útil como introducción, es una simplificación excesiva que ha sido desmentida por la ciencia. La realidad de la percepción del gusto es mucho más compleja y fascinante.

Si bien es cierto que existen ciertas áreas de la lengua que presentan una mayor concentración de receptores gustativos para sabores específicos, la verdad es que todos los sabores pueden ser detectados en todas las partes de la lengua, aunque con diferente intensidad. La idea de zonas exclusivamente dedicadas a un sabor es un mito persistente, perpetuado por una interpretación errónea de estudios antiguos y una representación gráfica poco precisa.

La clave reside en la distribución y concentración de las papilas gustativas. Estas pequeñas protuberancias en la superficie de la lengua contienen los receptores gustativos, las células que detectan las moléculas del sabor y transmiten la información al cerebro. Si bien la densidad de ciertos tipos de receptores puede variar ligeramente en diferentes regiones de la lengua, la capacidad de percibir todos los sabores está presente en toda su extensión.

Por ejemplo, si bien es cierto que la concentración de receptores para el sabor dulce es mayor en la punta de la lengua, esto no significa que no se perciba el dulce en otras áreas. Lo mismo ocurre con los demás sabores: la percepción del amargo será más intensa en la parte posterior, pero sigue siendo detectable en otras zonas.

El “mapa de la lengua” simplificado ignora la influencia de otros factores en la percepción del gusto, como la intensidad del estímulo, la temperatura de la comida, la textura y, crucialmente, la interacción entre los diferentes sabores. La experiencia gustativa es una sinfonía compleja, donde la información de diferentes receptores se integra en el cerebro para crear la percepción completa del sabor.

En resumen, la idea de que cada sabor tiene una ubicación específica en la lengua es una simplificación inexacta. La realidad es mucho más matizada y fascinante, revelando una intrincada red de interacciones entre receptores gustativos, factores sensoriales y el procesamiento cerebral que nos permite disfrutar de la amplia gama de sabores que nos ofrece la comida. Dejemos atrás el mapa simplificado y abracemos la complejidad y la maravilla de la percepción del gusto.