¿Qué come Phelps en un día?

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Su dieta diaria incluía un kilo de pasta, dos sándwiches de jamón y queso, una pizza grande, y abundantes bebidas deportivas, alcanzando un consumo calórico asombroso de 12.000 calorías. Esta ingesta masiva le permitía mantener su exigente entrenamiento.

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El Motor de un Campeón: Descifrando la Dieta de 12.000 Calorías de Michael Phelps

Michael Phelps, el nadador más condecorado de la historia, no solo impresionó con su destreza en el agua, sino también con la asombrosa cantidad de calorías que consumía diariamente para alimentar su excepcional rendimiento. Mientras que la mayoría luchamos por controlar nuestras ingestas, la dieta de Phelps era una bestia completamente diferente, un testimonio de las necesidades energéticas de un atleta de élite sometido a entrenamientos extenuantes.

Olvidémonos de las dietas restrictivas y los planes de alimentación moderada. El régimen alimenticio de Phelps era, en una palabra, monumental. Se hablaba de un consumo calórico que rondaba las 12.000 calorías diarias, una cifra que eclipsa con creces las necesidades de la persona promedio. Pero ¿cómo se traducía esa cifra en alimentos concretos?

Si bien no existe un registro exhaustivo y diario de su ingesta, las descripciones de su alimentación revelan una estrategia centrada en la maximización de la energía. Se mencionan con frecuencia elementos como un kilo de pasta, una base sólida de carbohidratos complejos que proporcionaban la energía de combustión lenta necesaria para sus largas sesiones de entrenamiento. A esto se sumaban dos sándwiches de jamón y queso, una fuente de proteínas y grasas que contribuían a la reparación muscular y al mantenimiento de la masa corporal.

Pero la imagen no se completa sin mencionar la pizza. Sí, una pizza grande formaba parte integral de su dieta. Esto no debe interpretarse como un capricho, sino como otra fuente de carbohidratos y calorías, cruciales para el sostenimiento de su vigor físico. Por supuesto, la hidratación era un factor clave, y las bebidas deportivas se convertían en un complemento indispensable para reponer los electrolitos perdidos durante el intenso esfuerzo.

Es importante destacar que la dieta de Phelps no era un modelo a seguir para la población general. Sus necesidades calóricas estaban intrínsecamente ligadas a su nivel de entrenamiento y a su metabolismo excepcional. Imitar este régimen sin la misma demanda física podría resultar perjudicial para la salud. Su alimentación representa un caso excepcional, una ventana al mundo extremo de la preparación deportiva de alta competición.

La dieta de Phelps nos deja una lección: la alimentación es un combustible, y la cantidad necesaria depende directamente del rendimiento exigido al cuerpo. Su historia nos muestra que el éxito en el deporte de élite a menudo requiere sacrificios y una disciplina extrema, no solo en el entrenamiento, sino también en la mesa. La ingesta de 12.000 calorías, lejos de ser un acto de gula, era el motor que impulsaba a una leyenda del deporte a alcanzar la grandeza.