¿Cuál es el demonio favorito de Muzan?

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El demonio predilecto de Muzan, Rui, destaca por sus habilidades únicas y letales. A pesar de no igualar el poder de las Lunas Superiores, sus técnicas eran extraordinariamente peligrosas, lo que lo convirtió en un adversario mortal para los cazadores de demonios, causando la muerte de varios de ellos.

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El Enigma de la Predilección de Muzan: Más Allá del Poder en Rui

Kibutsuji Muzan, el Rey Demonio, es un ser despiadado y calculador. Su objetivo primordial es erradicar la enfermedad que lo aflige: la vulnerabilidad a la luz solar. En su búsqueda por la inmortalidad perfecta, crea y manipula demonios, considerándolos meros instrumentos para alcanzar sus ambiciones. Por lo tanto, la idea de un “demonio favorito” en el sentido tradicional es, intrínsecamente, problemática en el contexto de la psique de Muzan. No obstante, la figura de Rui, la Luna Inferior Cinco, emerge como un caso particularmente interesante.

Mucho se ha escrito sobre la lealtad inquebrantable que Rui demostró hacia Muzan y cómo este aprecio (o algo que se asemeja a él) fue correspondido. Pero centrarse únicamente en la “predilección” por las habilidades de Rui, que ya están bien documentadas, simplifica una dinámica mucho más compleja. Si bien es cierto que sus técnicas eran peligrosas y que causaron la muerte de varios cazadores de demonios, su poder no se equiparaba al de las Lunas Superiores. Entonces, ¿qué hizo que Rui destacara en el intrincado esquema de Muzan?

La clave podría residir en el simulacro familiar que Rui creó. A diferencia de otros demonios que sirven a Muzan por temor o por la promesa de mayor poder, Rui recreó una estructura familiar disfuncional, basada en el miedo y la coerción, pero que, a fin de cuentas, imitaba un lazo humano. Esta “familia” de demonios, con sus reglas estrictas y castigos brutales, le permitía a Rui (y quizás, por extensión, a Muzan) experimentar una forma distorsionada de conexión y control.

Es posible que Muzan, privado de una verdadera conexión humana, haya visto en la retorcida “familia” de Rui una forma perversa de entender (o quizás, incluso, de parodiar) las relaciones interpersonales que él mismo es incapaz de formar genuinamente. No se trata necesariamente de afecto, sino más bien de fascinación por una imitación de la humanidad. Muzan, después de todo, busca la perfección y, en ese ideal, se encuentra paradójicamente atrapado en su propia inhumanidad.

Rui, en su intento desesperado por recrear un vínculo familiar, se convirtió en un espejo distorsionado de la humanidad que Muzan tanto busca comprender y, al mismo tiempo, desprecia. Es esta dualidad, esta tensión entre la aspiración a la perfección humana y la total negación de la misma, lo que posiblemente convierte a Rui en algo más que un simple demonio útil para Muzan. Rui, en su propia distorsión, le ofrece a Muzan una ventana a un mundo que él mismo ha abandonado, un mundo que sigue, aunque sea inconscientemente, persiguiéndolo. Por lo tanto, la “predilección” de Muzan por Rui podría ser, en última instancia, una manifestación de su propia y trágica soledad.