¿Qué Luna tenemos hoy?

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Actualmente, la Luna se encuentra en fase creciente, con una visibilidad del 1,08%. Su fina silueta va ganando luminosidad cada noche, y en aproximadamente seis días alcanzará la fase de Cuarto Creciente.
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La discreta sonrisa de la Luna: un 1,08% de luz que anuncia su regreso

Levantamos la vista al cielo nocturno y, entre la inmensidad estrellada, una fina uña plateada apenas se distingue. No es un error de nuestra vista, es la Luna en su fase creciente, presentándonos hoy tan solo un 1,08% de su superficie iluminada. Como un tímido susurro de luz, se asoma entre las sombras, recordándonos la constante danza cósmica que protagoniza con la Tierra y el Sol.

Esta discreta presencia lunar, casi fantasmal, es un espectáculo en sí mismo. Representa el inicio de un ciclo, la promesa de un brillo que irá creciendo noche tras noche. Imaginemos la escena: el Sol, oculto tras el horizonte terrestre, proyecta su luz sobre la cara oculta de la Luna, mientras que nosotros, desde nuestro planeta, apenas percibimos un delicado resplandor en su borde. Esa mínima porción iluminada nos habla de la geometría celestial, del preciso ballet gravitacional que rige los movimientos de estos cuerpos celestes.

En estos días, la Luna se presenta como un fino arco luminoso, una sonrisa sutil que va ganando amplitud con el paso de las horas. Su apariencia cambia perceptiblemente de una noche a la otra, invitándonos a ser testigos de su metamorfosis. Observarla en su fase creciente es conectar con la naturaleza cíclica del universo, con el perpetuo devenir del tiempo y la energía.

A medida que nos acercamos al Cuarto Creciente, que ocurrirá en aproximadamente seis días, la superficie iluminada de la Luna irá aumentando. Esa delgada línea plateada se irá ensanchando, revelando poco a poco la majestuosa esfera que nos acompaña en la oscuridad. Mientras tanto, disfrutemos de esta fase casi imperceptible, de la delicada belleza de una Luna que, aunque apenas visible, nos recuerda su constante presencia y la inmensidad del cosmos que nos rodea. Es una invitación a la contemplación, a la pausa, a apreciar la sutileza de los ciclos naturales que se despliegan sobre nuestras cabezas.