¿Cuántas fases tiene el estilo de espalda?

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Según Maglischo (2009), la brazada en el estilo de espalda se descompone en ocho fases interconectadas. Estas incluyen la entrada y estiramiento, movimientos descendentes y ascendentes (primero y segundo), fases cruciales de agarre y relajación, salida del agua y finalmente, el recobro para preparar el siguiente ciclo de brazada.

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El Secreto Detrás de la Elegancia y Potencia: Las Ocho Fases de la Brazada en el Estilo Espalda

El estilo de espalda, con su aparente sencillez y fluidez, esconde una compleja coreografía de movimientos que, ejecutados a la perfección, propulsan al nadador a través del agua con eficiencia y velocidad. A menudo subestimado, este estilo requiere una coordinación precisa y un entendimiento profundo de las fases que lo componen.

A diferencia de lo que podría pensarse, la brazada en el estilo de espalda no es un movimiento único y continuo, sino una secuencia cuidadosamente orquestada de acciones interconectadas. Tal como detalla el reconocido entrenador de natación Ernest Maglischo en su obra seminal (2009), podemos desglosar la brazada en ocho fases distintas, cada una con un propósito específico y un impacto crucial en el rendimiento general.

Profundizando en las Ocho Fases:

  1. Entrada y Estiramiento: La mano entra en el agua con el brazo completamente extendido, buscando alcanzar la máxima longitud posible para optimizar el agarre y la propulsión. Esta fase es esencial para establecer una base sólida para el resto del ciclo.

  2. Movimiento Descendente (Primero): Desde la posición extendida, la mano inicia un movimiento hacia abajo, preparando el brazo para el agarre efectivo del agua. La posición del cuerpo y la rotación del tronco comienzan a jugar un papel importante en esta fase.

  3. Movimiento Ascendente (Segundo): Continuando con el movimiento hacia abajo, la mano se desplaza hacia arriba, manteniendo la presión contra el agua para generar la fuerza propulsora. Este movimiento prepara la fase crucial de agarre.

  4. Agarre: Este es el punto de inflexión donde la mano y el antebrazo se “anclan” en el agua, permitiendo la transferencia de la fuerza generada por el cuerpo al movimiento propulsor. Un agarre firme y bien ejecutado es fundamental para la eficiencia.

  5. Relajación: Aunque pueda parecer contradictorio, la relajación es vital. Durante una pequeña porción del ciclo, la mano y el brazo se relajan ligeramente para permitir una transición fluida a la siguiente fase y evitar la acumulación de tensión muscular.

  6. Salida del Agua: La mano comienza a salir del agua, liberándose de la resistencia y preparándose para el recobro. La sincronización con la rotación del cuerpo es clave para una transición suave.

  7. Recobro: El brazo, ahora fuera del agua, se balancea sobre el cuerpo de forma relajada y controlada, preparándose para la siguiente entrada. Un recobro eficiente minimiza la resistencia al viento y conserva energía.

  8. Preparación para el Siguiente Ciclo: Esta fase final se centra en reposicionar el brazo y el hombro para la entrada inminente, asegurando una transición fluida y la continuidad del ciclo de brazada.

Entender estas ocho fases no solo proporciona un marco de referencia para el análisis técnico del estilo de espalda, sino que también permite a los nadadores y entrenadores identificar áreas específicas de mejora. Al dominar cada fase, los nadadores pueden optimizar su propulsión, mejorar su eficiencia y, en última instancia, alcanzar su máximo potencial en la piscina. Lejos de ser un simple movimiento de brazos, la brazada de espalda es una obra de arte biomecánica, una coreografía precisa que revela el poder oculto detrás de la aparente simplicidad de este elegante estilo.