¿Cómo afectan las redes sociales en los niños?

El Doble Filo de las Redes Sociales: Impacto en la Mente Infantil, Especialmente en Niños Vulnerables

Las redes sociales se han convertido en un elemento omnipresente en la vida moderna, infiltrándose incluso en la infancia. Si bien ofrecen oportunidades de conexión y aprendizaje, su influencia en el desarrollo de los niños, particularmente aquellos con condiciones preexistentes como TDAH, depresión, ansiedad o trastornos alimentarios, es un tema que requiere una atención urgente y una mirada crítica. No se trata simplemente de “mucho tiempo en pantalla”, sino de un impacto complejo y multifacético que merece un análisis profundo.

Para niños neurotípicos, la exposición prolongada a las redes sociales puede fomentar la comparación social, la baja autoestima y la ansiedad por la aprobación externa. La presión por proyectar una imagen idealizada, alimentada por la cultura de la perfección en línea, genera un sentimiento de insuficiencia que puede impactar negativamente en su autopercepción y bienestar emocional. El FOMO (Fear Of Missing Out, o miedo a perderse algo) contribuye a una sensación constante de urgencia y estrés, dificultando la concentración en tareas escolares y actividades extracurriculares.

Sin embargo, la situación se agrava considerablemente para niños que ya enfrentan desafíos emocionales y de comportamiento. Para un niño con TDAH, la hiperestimulación de las redes sociales puede exacerbar su impulsividad, dificultando la regulación de la atención y el control de los impulsos. La distracción constante puede traducirse en un rendimiento académico deficiente y una mayor dificultad para gestionar las tareas diarias.

En el caso de niños con depresión y ansiedad, las redes sociales actúan como un amplificador de sus síntomas. La exposición continua a imágenes y narrativas idealizadas intensifica la sensación de inadecuación y la comparación negativa con los demás. El ciberacoso, lamentablemente frecuente en estos entornos virtuales, puede profundizar la depresión y generar un sentimiento de aislamiento y desesperanza. El FOMO, en este contexto, se convierte en una fuente adicional de angustia, contribuyendo a un círculo vicioso de ansiedad y baja autoestima.

Para niños con trastornos alimentarios, la omnipresencia de imágenes retocadas y la presión por alcanzar un ideal de belleza irreal pueden ser devastadoras. La comparación constante con cuerpos “perfectos” en las redes sociales alimenta la distorsión de la imagen corporal y refuerza conductas de restricción alimentaria o atracones, comprometiendo seriamente su salud física y mental.

Por todo ello, la supervisión consciente y activa del uso de las redes sociales por parte de los niños, especialmente aquellos con vulnerabilidades emocionales, es crucial. No se trata de prohibir completamente el acceso, sino de establecer límites saludables, fomentar un uso crítico y responsable de las plataformas digitales, y proporcionar un entorno familiar que fomente la autoestima, la resiliencia y la comunicación abierta. La colaboración entre padres, educadores y profesionales de la salud mental es fundamental para mitigar los riesgos y aprovechar el potencial positivo que las redes sociales pueden ofrecer, transformándolas en una herramienta de aprendizaje y conexión, en lugar de un factor de riesgo para el bienestar infantil. Una educación digital responsable y un acompañamiento cercano son las claves para navegar con seguridad en este complejo panorama.