¿Cuántos años tiene la programación?

La Larga Sombra del Telar: Explorando la Edad de la Programación

La pregunta “¿Cuántos años tiene la programación?” no admite una respuesta simple. Si buscamos el origen en el sentido moderno, la respuesta nos llevaría a la segunda mitad del siglo XX. Sin embargo, si ampliamos la perspectiva para considerar la esencia misma de la programación – la automatización de procesos a través de instrucciones predefinidas – la historia se extiende mucho más atrás, hasta el amanecer del siglo XIX.

El año es 1801. Joseph Marie Jacquard, un inventor francés, revoluciona la industria textil con su telar mecánico. Este ingenio, aparentemente sencillo, se erige como un pilar fundamental en la historia de la computación. Su innovación no reside en la complejidad de su mecanismo, sino en su intrincada y elegante forma de operar: las tarjetas perforadas. Estas tarjetas, perforadas con patrones específicos, no eran simples herramientas; eran, de hecho, el primer programa informático tangible. Cada perforación representaba una instrucción, dictando al telar qué hilo utilizar, cuándo mover la lanzadera y cómo tejer el diseño.

El telar de Jacquard no solo automatizaba la laboriosa tarea del tejido; codificaba instrucciones en un lenguaje legible para la máquina. Este es el punto crucial: la idea central de la programación – traducir la voluntad humana en una secuencia de acciones ejecutadas por una máquina – ya estaba presente. No se trataba de un lenguaje de alto nivel como Java o Python, sino de un lenguaje primitivo, un código binario representado por la presencia o ausencia de perforaciones. Aun así, su función era idéntica a la de cualquier lenguaje de programación moderno: dirigir el comportamiento de una máquina.

La distancia entre el telar de Jacquard y las computadoras modernas puede parecer abismal, pero el principio subyacente permanece inmutable. El salto cualitativo llegó con la invención de las computadoras electrónicas, capaces de procesar información a velocidades inimaginables para Jacquard. Sin embargo, la programación, en su esencia, ya había nacido. Sus inicios no fueron en el resplandor de las pantallas y el zumbido de los microprocesadores, sino en el silencioso y constante movimiento del telar, tejiendo no solo telas, sino también los cimientos de una era digital.

Por tanto, la edad de la programación depende de cómo la definamos. Si la limitamos a la programación electrónica, su historia es relativamente corta. Pero si consideramos la idea fundamental de la automatización instruccional, entonces la programación es tan vieja como el telar de Jacquard, una herencia que se extiende a lo largo de más de dos siglos, una herencia que continúa tejiendo el futuro a través del código.