¿Dónde lleva la sílaba mesa?

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En la palabra mesa, la sílaba tónica recae en me, pronunciada con mayor intensidad, mientras que sa es la sílaba átona. La presencia de una sílaba tónica no siempre implica una tilde, como se observa al comparar mesa con árbol.

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El acento prosódico en “mesa”: un viaje a la sílaba tónica

La palabra “mesa”, tan cotidiana y familiar, esconde una pequeña lección de fonética. A menudo, hablamos sin pensar en la música interna de las palabras, en cómo ciertas sílabas se destacan sobre otras. Este relieve sonoro, invisible a la escritura pero vital para la pronunciación, es lo que conocemos como acento prosódico o tonicidad. ¿Y dónde reside este acento en la palabra “mesa”?

La respuesta es clara: en la primera sílaba, “me”. Al pronunciarla, nuestros órganos fonatorios, coordinados como una orquesta, le otorgan una mayor intensidad, un impulso de aire y una elevación en el tono, diferenciándola de la segunda sílaba, “sa”. Decimos entonces que “me” es la sílaba tónica, mientras que “sa”, al recibir menos energía, es la sílaba átona. Esta diferencia de intensidad es la clave para la correcta pronunciación y comprensión de la palabra.

Es importante destacar que la presencia de un acento prosódico, es decir, una sílaba tónica, no siempre se traduce en la presencia de un acento gráfico o tilde. La tilde se rige por reglas ortográficas específicas, más allá de la simple tonicidad. “Mesa”, a pesar de tener una sílaba claramente tónica, no lleva tilde. Comparemos con la palabra “árbol”: aquí, la sílaba tónica es “bol”, y sí lleva tilde debido a las reglas de acentuación de las palabras agudas terminadas en consonante distinta de ‘n’ o ‘s’.

Este pequeño análisis de la palabra “mesa” nos invita a prestar atención a la melodía oculta del lenguaje. El acento prosódico, aunque a menudo pase desapercibido, juega un papel fundamental en la comunicación, permitiéndonos distinguir palabras, darles significado y ritmo a nuestras frases. Así, la próxima vez que pronunciemos “mesa”, recordemos la pequeña danza de sonidos que ocurre en su interior, donde “me” se alza con la fuerza del acento tónico.