¿Por qué mi hijo pega mucho?

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A veces, los niños pequeños, especialmente menores de tres años, recurren a la agresión física cuando experimentan emociones fuertes. Carecen de las habilidades para gestionar estas emociones y la agresión se convierte en una forma de autorregulación. También pueden pegar por excitación, nerviosismo o incluso como una torpe expresión de afecto.
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¿Por qué mi hijo pega mucho? Descifrando la agresión infantil

La agresión física, especialmente en niños pequeños, es una preocupación común para los padres. Ver a nuestro hijo pegar a otros niños, a nosotros mismos o incluso a objetos inanimados, genera angustia y la pregunta inevitable: ¿por qué lo hace? Entender las razones detrás de este comportamiento es el primer paso para abordarlo de manera efectiva.

A diferencia de lo que muchos piensan, pegar no siempre es un acto de maldad o falta de educación. En niños menores de tres años, la agresión física a menudo se relaciona directamente con una inmadurez emocional. Simplemente, carecen de las herramientas lingüísticas y emocionales necesarias para expresar sus sentimientos de manera adecuada. Cuando se sienten frustrados, enojados, asustados o incluso excesivamente excitados, la agresión se convierte en su único mecanismo de comunicación y autorregulación. Imaginen un niño que se siente abrumado por un sentimiento intenso: pegar se convierte en su forma de liberar esa presión interna.

Es importante destacar que la agresión puede manifestarse de diversas maneras y con diferentes motivaciones. Algunas posibilidades son:

  • Frustración e Impulsividad: Un niño pequeño puede pegar cuando no consigue lo que quiere, ya sea un juguete, atención o simplemente porque se siente frustrado por una situación que no comprende. Su respuesta inmediata, por falta de control de impulsos, es la agresión física.

  • Excitación y Sobreestimulación: Paradójicamente, un exceso de estímulos también puede desencadenar agresividad. Un niño hiperactivo o sobreestimulado puede recurrir a pegar como una forma de descargar la energía acumulada. Piensen en una tarde llena de juegos intensos y un niño que se encuentra agotado y a la vez excitado.

  • Búsqueda de Atención: Aunque parezca contradictorio, pegar también puede ser una forma, aunque negativa, de buscar atención. Si un niño recibe la atención (negativa o positiva) solo cuando pega, puede repetir la conducta para obtenerla.

  • Imitación: Los niños aprenden por imitación. Si ven a otros (hermanos, amigos, incluso en televisión) recurrir a la agresión física para resolver conflictos, es más probable que repitan ese comportamiento.

  • Falta de habilidades sociales: Un niño que no ha desarrollado habilidades sociales adecuadas para expresar sus necesidades o resolver conflictos puede recurrir a la agresión como una solución rápida, aunque inefectiva.

  • Dolor físico o emocional: En algunos casos, la agresión puede ser un síntoma de dolor físico o emocional no expresado. Un niño que sufre maltrato, abandono o incluso dolor crónico puede manifestar su angustia a través de la agresión.

¿Qué hacer?

El primer paso es entender la causa subyacente de la agresión. Observar el contexto en el que ocurre la agresión nos dará valiosas pistas. Una vez identificada la causa, podemos implementar estrategias como:

  • Enseñar habilidades de comunicación: Ayudar al niño a nombrar sus emociones y a expresar sus necesidades con palabras.

  • Establecer límites claros y consistentes: Mostrar al niño, con calma pero firmeza, que pegar no es aceptable.

  • Ofrecer alternativas: Enseñar al niño estrategias para gestionar sus emociones, como respirar profundamente, contar hasta diez o buscar un adulto para apoyo.

  • Proporcionar un ambiente seguro y estimulante: Un ambiente donde el niño se sienta amado, seguro y comprendido es crucial para su desarrollo emocional.

  • Buscar ayuda profesional: Si la agresión es persistente, severa o está acompañada de otros problemas de comportamiento, es importante buscar ayuda profesional de un psicólogo infantil o pediatra.

Recuerda que la paciencia y la comprensión son clave. La agresión física en niños pequeños a menudo es una fase que se puede superar con la ayuda y el apoyo adecuados. El objetivo no es castigar al niño, sino ayudarlo a desarrollar las habilidades emocionales y sociales necesarias para gestionar sus emociones de manera saludable.