¿Qué actividades hace un niño durante el día?

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Tras levantarse y asearse, el niño montessoriano inicia su día revisando el calendario, un acto que le ayuda a situarse en el tiempo. Luego, se viste, prepara la mesa y disfruta de su desayuno, desarrollando independencia y responsabilidad.
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Un Día en la Vida de un Niño Montessori: Más Allá del Calendario y el Desayuno

Despertar, lavarse la cara y los dientes… rutinas comunes a la infancia. Sin embargo, para un niño que sigue la filosofía Montessori, el día a día se teje con hilos de independencia, exploración y descubrimiento, comenzando desde el momento en que abre los ojos. Si bien es cierto que acciones como revisar el calendario y preparar el desayuno son pilares de su rutina matinal, como se ha mencionado, la esencia del método Montessori va mucho más allá de estas acciones, permeando cada actividad y cada momento del día.

Tras ubicarse en el tiempo con el calendario, el niño Montessori no simplemente se viste y desayuna. La elección de su ropa se convierte en una oportunidad para desarrollar la autonomía y el criterio personal. ¿Prefiere un jersey azul o rojo? ¿Pantalones o falda? Estas decisiones, aparentemente triviales, fomentan su capacidad de decisión y autogestión. La preparación del desayuno, a su vez, no es una tarea impuesta, sino una actividad que le permite participar activamente en la vida familiar, contribuyendo a la comunidad del hogar y aprendiendo habilidades prácticas como servirse el cereal, untar una tostada o pelar una fruta.

Una vez concluido el desayuno, el verdadero corazón del método Montessori entra en acción. El niño se sumerge en un ambiente preparado, un espacio cuidadosamente diseñado con materiales didácticos que invitan a la exploración y al aprendizaje autodirigido. Aquí, la libertad de elección es fundamental. Puede optar por trabajar con materiales que estimulen su desarrollo sensorial, manipulando texturas, colores y formas; o quizás prefiera sumergirse en el mundo de las matemáticas, explorando conceptos numéricos a través de juegos y actividades concretas. La lectura, la escritura, la ciencia, la geografía, el arte… todas las áreas del conocimiento se presentan de forma atractiva e interactiva, invitando al niño a descubrir el mundo a su propio ritmo.

La jornada no se limita a actividades individuales. El trabajo en grupo, la colaboración y el respeto mutuo son valores esenciales en la pedagogía Montessori. Los niños aprenden a compartir, a resolver conflictos pacíficamente y a trabajar juntos en proyectos comunes, desarrollando habilidades sociales cruciales para su futuro.

Al aire libre, la naturaleza se convierte en otro escenario de aprendizaje. Explorar el jardín, observar las plantas, cuidar de un pequeño huerto… estas experiencias conectan al niño con el entorno natural y fomentan su respeto por el medio ambiente.

A lo largo del día, el papel del adulto es el de un guía, un observador atento que acompaña al niño en su proceso de aprendizaje, ofreciéndole apoyo cuando lo necesita y respetando su ritmo individual. No se trata de imponer conocimientos, sino de despertar la curiosidad innata del niño y acompañarlo en su camino de descubrimiento.

En definitiva, un día en la vida de un niño Montessori es una aventura llena de aprendizajes significativos, donde la independencia, la exploración y el amor por el conocimiento se entrelazan para formar un ser humano integral y preparado para los retos del futuro. Va más allá de simples rutinas matinales, es una filosofía de vida que busca cultivar el potencial único de cada niño.