¿Qué es un ejemplo de orientación?

Más Allá del “No”: La Orientación Positiva en la Educación de los Niños

La crianza y la educación de los niños son un constante proceso de aprendizaje, tanto para ellos como para quienes les guían. A menudo, la corrección de comportamientos indeseados se centra en lo que no deben hacer, una estrategia que, aunque aparentemente simple, puede resultar contraproducente a largo plazo. ¿Por qué? Porque se centra en la negatividad, en la prohibición, en lugar de en la construcción de comportamientos positivos. Un ejemplo clarificador de este enfoque erróneo es el clásico “No corras”. La instrucción, aunque bienintencionada, solo indica lo que no se debe hacer, dejando al niño sin una alternativa clara de comportamiento.

La orientación efectiva, en cambio, se fundamenta en comunicar explícitamente lo que sí se espera. En lugar de centrarse en la restricción, se propone un modelo positivo que guía al niño hacia el comportamiento deseado. Volviendo al ejemplo anterior, una instrucción mucho más efectiva sería: “Camina, por favor”. Esta frase simple, pero poderosa, ofrece una alternativa concreta al comportamiento no deseado. No se limita a prohibir, sino que proporciona una instrucción clara y específica de lo que se espera: caminar.

Este cambio sutil en el lenguaje, de la prohibición a la sugerencia positiva, tiene un impacto significativo en el desarrollo del niño. La orientación positiva crea un ambiente de aprendizaje más constructivo y comprensible. Al proporcionar alternativas claras, el niño no se siente simplemente reprimido, sino guiado. Entiende qué se espera de él y puede ajustar su comportamiento con mayor facilidad. Esto fomenta la cooperación y la auto-regulación, pilares fundamentales en su desarrollo socioemocional.

Más allá del ejemplo de “caminar”, la orientación positiva se puede aplicar en múltiples situaciones. Por ejemplo, en lugar de decir “No grites”, se podría optar por “Habla con una voz más suave, por favor”. En lugar de “No tires los juguetes”, se podría decir “Por favor, guarda los juguetes cuando hayas terminado de jugar”. La clave reside en ser específicos, utilizar un lenguaje positivo y comprensible para la edad del niño, y mostrar empatía y comprensión.

En conclusión, la orientación efectiva no se trata de reprimir, sino de guiar. Es un proceso de enseñanza y aprendizaje que se basa en la comunicación positiva, la claridad y la comprensión. Al enfocarnos en lo que sí queremos que nuestros niños hagan, en lugar de lo que no, construimos un ambiente de aprendizaje más productivo y fomentamos su desarrollo integral de una manera mucho más efectiva y respetuosa. Es un cambio de paradigma que, aunque pequeño, puede generar grandes resultados en la educación y la crianza de nuestros hijos.