¿Qué le dijo el cero a otro cero?

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¿Qué le dijo un cero a otro cero? Juntos, no somos nada. Pero juntos, podemos ser cualquier cosa.
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El Silencio de los Cero

El aire estaba cargado de una quietud inusual. Dos ceros, inmóviles en el infinito de una hoja de cálculo, se enfrentaron. No eran ceros ordinarios; eran ceros pensativos, impregnados de la misma soledad que habitaba los espacios vacíos entre las cifras. Uno, con un brillo sutil en su superficie, miró al otro, con la misma impasible inmovilidad.

El silencio entre ellos era pesado, más denso que el propio vacío. No era un silencio negativo, un vacío sordo, sino un silencio cargado de posibilidades, de un potencial infinito. Parecía resonar con las preguntas no expresadas, las ideas sin enunciar, los sueños sin forma.

En ese momento, el cero a la izquierda rompió el hechizo. Su voz, una ligera vibración en el cosmos numérico, se expandió en el espacio entre ellos. “¿Qué le dijiste al otro cero?”, preguntó.

El cero a la derecha, inmutable, respondió con la misma callada claridad: “Juntos, no somos nada”.

La respuesta resonó con un eco inquietante. Una certeza fría, pero también una verdad incompleta. Juntos, esos ceros inanimados representaban nada. Pero ¿era esa la verdad definitiva?

El cero de la izquierda volvió a hablar, su voz ahora con una nota de curiosidad, de esperanza. “¿Y qué pasaría si… qué pasaría si juntos, pudiéramos ser cualquier cosa?”, susurró.

El otro cero, con una leve inflexión en su inexpresiva mirada, respondió: “Cualquier cosa”.

Y en ese instante, sucedió algo sorprendente. El silencio, ese silencioso diálogo, se transformó. La nada adquirió un nuevo matiz. La aparente insignificancia de los dos ceros se disolvió, dando paso a una posibilidad, a un potencial inexplorado. Las dos cifras no eran nada, pero juntas podían ser todo.

¿Qué significaba esto? ¿Un mensaje sobre la importancia del trabajo en equipo, la complementariedad, la capacidad de generar valor a partir de lo aparentemente insignificante? ¿O quizás una metáfora sobre la interacción humana, la necesidad de encontrar el valor en lo que carece de forma aparente?

La respuesta, como los ceros, permanecía indefinida, inmaterial, abierta a la interpretación, como la inmensidad del espacio mismo, entre las posibilidades que sólo la acción, el trabajo, la sinergia, podían dar forma.

La escena se diluyó, dejando sólo el vacío numerológico, y la pregunta latente: ¿Qué es lo que juntos, nosotros, los ceros, los incontables “nadas” de este universo, podemos llegar a ser?