¿A qué temperatura muere la legionela?

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La Legionella muere a más de 70ºC. Sin embargo, la eliminación total requiere asegurar que toda el agua alcance esta temperatura; de lo contrario, las bacterias supervivientes proliferarán nuevamente, comprometiendo la desinfección.

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El Talón de Aquiles de la Legionella: La Temperatura Clave para su Eliminación

La Legionella, la bacteria responsable de la legionelosis, una forma grave de neumonía, es una preocupación constante en sistemas de agua, especialmente en aquellos de gran tamaño como torres de refrigeración, sistemas de agua caliente y hospitales. Controlar su presencia y prevenir su proliferación es crucial para la salud pública. Si bien existen diversos métodos para combatir esta bacteria, la temperatura juega un papel fundamental. La pregunta que surge naturalmente es: ¿a qué temperatura se elimina la Legionella?

La respuesta corta es que la Legionella muere a temperaturas superiores a 70°C. Esta temperatura actúa como su talón de Aquiles, interrumpiendo su metabolismo y deteniendo su capacidad de reproducción. A esta temperatura, las proteínas esenciales de la bacteria se desnaturalizan, perdiendo su función y llevando a su muerte.

Sin embargo, la realidad es un poco más compleja. Alcanzar los 70°C en un laboratorio es una cosa, pero asegurar que todo el volumen de agua en un sistema complejo alcance esta temperatura es un desafío significativo. Aquí radica la clave para una desinfección efectiva.

La eliminación total de la Legionella requiere un enfoque meticuloso. No basta con calentar el agua de manera superficial. Es imprescindible garantizar que la temperatura de 70°C se mantenga durante un tiempo determinado y que llegue a todos los rincones del sistema, incluyendo tuberías, depósitos, y puntos muertos donde la bacteria podría proliferar y permanecer oculta.

Si existen zonas donde la temperatura no alcanza los 70°C, incluso por un corto período de tiempo, las bacterias supervivientes se convertirán en la semilla de una nueva colonia. Estas bacterias, una vez que las condiciones vuelvan a ser favorables (temperaturas entre 20°C y 45°C), proliferarán rápidamente, volviendo a comprometer la seguridad del sistema.

Por lo tanto, la lección fundamental es clara: eliminar la Legionella no se trata simplemente de alcanzar una temperatura específica, sino de mantener esa temperatura en todo el sistema y durante un tiempo suficiente para asegurar la muerte de todas las bacterias presentes.

Esto implica la implementación de un protocolo riguroso que incluya:

  • Monitorización constante de la temperatura en diferentes puntos del sistema.
  • Mantenimiento preventivo para evitar la formación de biofilm, una capa protectora que puede albergar bacterias y dificultar su eliminación.
  • Diseño adecuado del sistema para minimizar la presencia de zonas de estancamiento.
  • Tratamiento de choque con altas temperaturas (choque térmico) de manera regular.

En resumen, aunque la Legionella es vulnerable a temperaturas elevadas, su erradicación requiere un enfoque integral que vaya más allá de un simple ajuste del termostato. Una estrategia de control de la Legionella efectiva debe basarse en la comprensión de sus puntos débiles y en la implementación de medidas rigurosas para asegurar que la temperatura letal alcance todos los rincones del sistema, garantizando así la seguridad y la salud de los usuarios.