¿Cuál es la segunda causa de muertes?

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Las enfermedades isquémicas del corazón ocuparon el segundo lugar como causa de muerte en 2021, registrando 28.852 fallecimientos y una tasa de mortalidad de 61 por cada 100.000 habitantes, cifras significativamente inferiores a las causadas por la COVID-19.

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El Silencioso Enemigo: Enfermedades Isquémicas del Corazón, Segunda Causa de Muerte en 2021

En un mundo cada vez más consciente de la salud, es vital comprender las amenazas que acechan a la longevidad. Si bien la pandemia de COVID-19 acaparó la atención y se convirtió en la principal causa de muerte a nivel global durante el año 2021, es fundamental no perder de vista otros desafíos sanitarios que siguen cobrando vidas silenciosamente. En este contexto, las enfermedades isquémicas del corazón se posicionaron como la segunda causa de fallecimiento, un recordatorio sombrío de la importancia de la prevención y el cuidado cardiovascular.

En 2021, estas patologías, caracterizadas por la disminución del flujo sanguíneo al corazón, se cobraron la vida de 28.852 personas, traduciéndose en una tasa de mortalidad de 61 por cada 100.000 habitantes. Si bien estas cifras son considerablemente menores que las devastadoras consecuencias de la COVID-19, no dejan de ser alarmantes y subrayan la persistente amenaza que representan las enfermedades cardíacas para la salud pública.

Las enfermedades isquémicas del corazón abarcan un espectro de afecciones, incluyendo la angina de pecho, el infarto de miocardio (ataque al corazón) y la insuficiencia cardíaca isquémica. Todas ellas comparten un denominador común: la reducción o bloqueo del flujo sanguíneo al músculo cardíaco, privándolo del oxígeno y nutrientes necesarios para su correcto funcionamiento.

¿Qué factores contribuyen a este riesgo? La realidad es que las causas son multifactoriales y se entrelazan con nuestro estilo de vida y predisposición genética. Entre los factores de riesgo más comunes encontramos:

  • Hipertensión arterial: La presión arterial elevada ejerce presión adicional sobre las paredes de las arterias, dañándolas y favoreciendo la acumulación de placa.
  • Colesterol elevado: Niveles altos de colesterol “malo” (LDL) contribuyen a la formación de placas de ateroma en las arterias, estrechándolas y dificultando el flujo sanguíneo.
  • Tabaquismo: Fumar daña las paredes de las arterias, aumenta la presión arterial y reduce el oxígeno disponible para el corazón.
  • Diabetes: Los altos niveles de azúcar en la sangre pueden dañar los vasos sanguíneos y aumentar el riesgo de enfermedades cardíacas.
  • Obesidad y Sedentarismo: La falta de actividad física y el exceso de peso aumentan el riesgo de hipertensión, colesterol elevado y diabetes, todos ellos factores de riesgo para las enfermedades isquémicas.
  • Edad y Herencia: A medida que envejecemos, nuestras arterias tienden a endurecerse y estrecharse. Además, la predisposición genética juega un papel importante en el riesgo de desarrollar enfermedades cardíacas.

Sin embargo, no todo está perdido. La buena noticia es que gran parte del riesgo asociado a las enfermedades isquémicas del corazón es modificable. Adoptar un estilo de vida saludable puede marcar una diferencia significativa:

  • Dieta equilibrada: Priorizar frutas, verduras, cereales integrales y proteínas magras. Limitar el consumo de grasas saturadas, grasas trans, sal y azúcares añadidos.
  • Ejercicio regular: Realizar al menos 30 minutos de actividad física moderada la mayoría de los días de la semana.
  • Control del peso: Mantener un peso saludable a través de la dieta y el ejercicio.
  • Abandono del tabaquismo: Dejar de fumar es una de las mejores decisiones que se pueden tomar para proteger el corazón.
  • Control de la presión arterial y el colesterol: Realizar chequeos regulares y seguir las recomendaciones del médico para mantener estos niveles bajo control.
  • Manejo del estrés: Aprender técnicas de relajación y buscar apoyo emocional para reducir el estrés.

En conclusión, aunque la pandemia de COVID-19 ha tenido un impacto devastador, es crucial recordar que las enfermedades isquémicas del corazón siguen siendo una amenaza importante para la salud pública. Comprender los factores de riesgo, adoptar un estilo de vida saludable y buscar atención médica preventiva son las claves para reducir el riesgo y proteger nuestro corazón. No se trata solo de vivir más tiempo, sino de vivir una vida más plena y saludable. La prevención es la mejor medicina.