¿Cuándo dejan de crecer las amígdalas?

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El crecimiento de las amígdalas suele ralentizarse a partir de los cinco años, coincidiendo con la disminución de infecciones respiratorias infantiles. Su reducción de tamaño es gradual y solo se interviene quirúrgicamente en casos de obstrucción respiratoria grave, como las apneas del sueño.

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El Misterio del Crecimiento Amigdalino: ¿Cuándo Dejan de Crecer las Amígdalas?

Las amígdalas, esas pequeñas estructuras ovaladas ubicadas a cada lado de la garganta, son una parte crucial del sistema inmunológico, especialmente durante la infancia. Su función principal es la de actuar como primera línea de defensa contra virus y bacterias que ingresan al organismo a través de la boca y la nariz. Sin embargo, su tamaño y actividad varían a lo largo de la vida, y la pregunta de cuándo dejan de crecer es más compleja de lo que parece.

Si bien las amígdalas son fundamentales para el desarrollo inmunitario en los primeros años de vida, su crecimiento no es continuo. Es cierto que alcanzan su mayor tamaño relativo en la infancia temprana, precisamente cuando el niño está más expuesto a nuevos patógenos. A partir de los cinco años, generalmente, se observa una ralentización significativa en el crecimiento de las amígdalas.

Esta disminución en el crecimiento se correlaciona directamente con la disminución de la frecuencia de las infecciones respiratorias infantiles. A medida que el niño desarrolla un sistema inmunológico más maduro y adquiere inmunidad a diferentes virus y bacterias, la necesidad de la acción constante de las amígdalas disminuye. En otras palabras, las amígdalas se “relajan” al tener que defender menos al organismo.

Es importante destacar que esta reducción de tamaño es un proceso gradual y natural. Las amígdalas no desaparecen por completo, sino que disminuyen en tamaño hasta alcanzar un tamaño funcionalmente adecuado para la edad adulta.

Ahora bien, ¿qué sucede cuando las amígdalas continúan creciendo desproporcionadamente o se inflaman crónicamente? En algunos casos, el tamaño aumentado de las amígdalas puede causar problemas, especialmente si obstruyen las vías respiratorias. La obstrucción puede manifestarse de diversas maneras, incluyendo dificultad para tragar, voz nasal, respiración ruidosa e incluso apneas del sueño, interrupciones temporales de la respiración durante el sueño.

En la mayoría de los casos, las amígdalas hipertrofiadas (agrandadas) no requieren intervención. Sin embargo, en situaciones de obstrucción respiratoria grave, especialmente si provocan apneas del sueño recurrentes, la amigdalectomía (extirpación quirúrgica de las amígdalas) puede ser considerada como una opción. Esta decisión, siempre tomada por un profesional médico, se basa en una evaluación cuidadosa de los riesgos y beneficios para cada paciente individual.

En resumen, el crecimiento de las amígdalas generalmente se ralentiza a partir de los cinco años, coincidiendo con la disminución de las infecciones respiratorias. Su reducción de tamaño es gradual y, aunque pueden causar problemas en ciertos casos, la intervención quirúrgica se reserva para situaciones de obstrucción respiratoria grave. Es fundamental recordar que las amígdalas desempeñan un papel crucial en la inmunidad, especialmente durante la infancia, y su función debe ser cuidadosamente considerada antes de cualquier decisión sobre su extirpación.