¿Cuándo hay que alarmarse en los latidos del corazón?

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Una frecuencia cardíaca (FC) superior a 140 latidos por minuto (lpm) en niños menores de 10 años, o superior a 120 lpm en mayores de 10, indica taquicardia y requiere atención médica. Es fundamental consultar al médico ante cualquier ritmo cardíaco anormal o persistente.

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¿Cuándo Debemos Preocuparnos por los Latidos del Corazón? Más Allá de los Números

La frecuencia cardíaca, ese silencioso tic-tac que marca el ritmo de nuestra vida, puede ofrecer valiosas señales sobre nuestra salud. Si bien un ligero aumento de los latidos por minuto (lpm) ante el ejercicio o el estrés es normal, existen situaciones en las que una alteración en el ritmo cardíaco requiere atención inmediata. No se trata solo de un número, sino de la percepción y el contexto.

La creencia popular suele asociar la preocupación con una cifra específica, y si bien pautas como una frecuencia cardíaca (FC) superior a 140 lpm en niños menores de 10 años, o superior a 120 lpm en mayores de 10 años, indican taquicardia y exigen una consulta médica urgente, la realidad es más matizada. Estas cifras son indicadores, no diagnósticos definitivos.

Más allá de los números: señales de alerta que deben considerarse:

  • Taquicardia persistente: Una FC elevada que se mantiene durante un periodo prolongado, incluso en reposo, indica una posible disfunción. No importa la edad, una taquicardia que dura minutos u horas merece atención médica inmediata.

  • Palpitaciones irregulares o “saltos” en el corazón: La sensación de latidos fuertes, rápidos, irregulares o que “se saltan” son síntomas preocupantes que pueden indicar arritmias. Estas palpitaciones, incluso si la FC permanece dentro de los rangos “normales”, requieren evaluación profesional.

  • Mareos, desmayos o síncopes: La FC puede ser un factor determinante en estos episodios. Un ritmo cardíaco anormal puede reducir el flujo sanguíneo al cerebro, provocando estos síntomas peligrosos.

  • Dolor en el pecho: Un dolor torácico, opresivo o punzante, acompañado o no de una alteración de la FC, debe ser considerado una emergencia médica.

  • Dificultad para respirar (disnea): La falta de aire puede estar relacionada con una FC anormal, especialmente si se presenta en reposo o con mínima actividad física.

  • Cambios súbitos en la FC: Una variación significativa en la FC sin causa aparente, por ejemplo, un descenso brusco o un aumento inexplicable, deben ser revisados por un médico.

  • Antecedente familiar de enfermedades cardíacas: Las personas con historial familiar de problemas cardíacos deben estar más alertas a cualquier cambio en su ritmo cardíaco.

Conclusión:

Mientras que una FC superior a 140 lpm en niños menores de 10 años y superior a 120 lpm en niños mayores de 10 años es una señal de alerta importante, no es el único indicador. La percepción subjetiva, la presencia de síntomas asociados y el contexto individual son cruciales para determinar la necesidad de atención médica. Ante cualquier ritmo cardíaco anormal o persistente, acompañado o no de otros síntomas, la consulta con un profesional de la salud es fundamental para un diagnóstico preciso y un tratamiento oportuno. No se automedique; la prevención y la atención médica precoz son claves para preservar la salud cardiovascular.