¿Dónde se almacena la grasa en nuestro cuerpo?

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El cuerpo almacena grasa en células especializadas llamadas adipocitos, agrupadas en el tejido adiposo. Un exceso de tejido adiposo, resultado de la acumulación de estas células, incrementa el riesgo de enfermedades metabólicas, no por una sobreproducción de grasa, sino por un desequilibrio en su almacenamiento y metabolismo.

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Más que un simple almacén: La compleja distribución de la grasa en nuestro cuerpo

La idea de la grasa corporal como un simple depósito de energía sobrante es una simplificación excesiva. Si bien es cierto que el cuerpo almacena energía en forma de triglicéridos dentro de células especializadas llamadas adipocitos, la realidad de su distribución y metabolismo es mucho más compleja y crucial para nuestra salud. No se trata simplemente de cuánta grasa tenemos, sino de dónde se almacena.

El tejido adiposo, el conjunto de adipocitos, no es una entidad monolítica. Se distribuye por todo el cuerpo, adoptando diferentes formas y funciones según su ubicación. Podemos distinguir entre dos tipos principales:

  • Tejido adiposo blanco (TAB): Este es el tipo más común y se caracteriza por su función principal de almacenamiento de energía a largo plazo. Se encuentra en diferentes depósitos a lo largo del cuerpo, y su distribución es fundamental para entender los riesgos para la salud. Podemos identificar:

    • Grasa subcutánea: Se encuentra justo debajo de la piel, actuando como aislante térmico y amortiguador de golpes. Aunque un exceso es indeseable, esta grasa se considera generalmente menos peligrosa que la visceral.
    • Grasa visceral: Se acumula alrededor de los órganos internos en la cavidad abdominal. Esta grasa es metabólicamente activa, secretando hormonas y citocinas que pueden contribuir a la resistencia a la insulina, la inflamación crónica y un mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares, diabetes tipo 2 y ciertos tipos de cáncer. Su acumulación es un factor de riesgo significativo, independientemente del índice de masa corporal (IMC).
    • Grasa intramuscular: Se deposita dentro de los músculos. Su presencia excesiva puede afectar la función muscular y contribuir a la resistencia a la insulina.
    • Grasa ósea: Se encuentra en la médula ósea y su función no está completamente comprendida, pero se relaciona con la salud ósea y la regulación del metabolismo.
  • Tejido adiposo marrón (TAM): A diferencia del TAB, el TAM tiene una función termogénica. Sus adipocitos son ricos en mitocondrias, que generan calor al quemar grasa. Está más presente en bebés y su cantidad disminuye con la edad. Investigaciones recientes sugieren que la activación del TAM podría ser una estrategia para combatir la obesidad y mejorar el metabolismo.

Es importante entender que el riesgo para la salud no reside únicamente en la cantidad total de grasa, sino en la distribución y el estado metabólico del tejido adiposo. Un exceso de grasa visceral, aun con un IMC aparentemente normal, puede ser un indicador de problemas de salud graves. Un enfoque holístico que considere la ubicación de la grasa corporal, junto con otros factores como la actividad física y la dieta, es esencial para mantener una salud óptima. La investigación continúa desentrañando la compleja interrelación entre la distribución de la grasa, el metabolismo y el desarrollo de enfermedades crónicas, ofreciendo nuevas perspectivas para el tratamiento y la prevención.