¿Qué hace la ansiedad en la sangre?

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Ante la ansiedad, el organismo activa un mecanismo de supervivencia. Aumenta el ritmo cardíaco, la sangre se dirige a los músculos, la respiración se acelera y los músculos se tensan, preparándonos para enfrentar o evadir la amenaza.
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La Respuesta de Lucha o Huida y la Sangre: El Impacto de la Ansiedad

La ansiedad, una respuesta emocional natural a situaciones estresantes, desencadena una compleja cascada de reacciones en nuestro organismo. En el corazón de esta respuesta se encuentra un mecanismo de supervivencia, la respuesta de “lucha o huida”, y su impacto directo en la composición y flujo de la sangre.

A diferencia de la percepción común, la ansiedad no es simplemente una molestia emocional; es un proceso fisiológico que prepara al cuerpo para una posible amenaza. Este mecanismo, profundamente arraigado en nuestra evolución, se manifiesta de manera tangible en la sangre, modificando su comportamiento y distribución.

Cuando sentimos ansiedad, nuestro cerebro percibe una amenaza, real o percibida. En respuesta, se libera una cascada de hormonas, principalmente el cortisol y la adrenalina, que actúan como señales de alerta. Estas hormonas disparan una serie de cambios fisiológicos, y la sangre es un actor fundamental en esta respuesta.

La sangre, vehículo de la respuesta:

  • Aumento del ritmo cardíaco: La adrenalina impulsa el corazón a latir más rápido para bombear más sangre a los músculos, cruciales para la acción. Este aumento en la frecuencia cardíaca puede ser evidente incluso en ausencia de actividad física perceptible.

  • Redistribución del flujo sanguíneo: El cuerpo prioriza el suministro de sangre a los músculos y órganos cruciales para la respuesta de lucha o huida. La sangre se aleja de los órganos menos necesarios en ese momento, como el sistema digestivo, para garantizar que la sangre, rica en oxígeno y nutrientes, llegue rápidamente a las extremidades y al cerebro.

  • Incremento de la coagulación: La sangre se vuelve más propensa a la coagulación como mecanismo de protección ante posibles lesiones en el proceso de “lucha o huida”. Este aumento en la coagulación puede tener consecuencias a largo plazo si la respuesta de ansiedad es crónica.

  • Cambios en los niveles de glucosa: La adrenalina promueve la liberación de glucosa en la sangre para proporcionar energía rápida a los músculos. Este aumento puede desencadenar cambios metabólicos que, si no se gestionan adecuadamente, pueden tener un impacto negativo en la salud a largo plazo.

Es importante destacar que estos cambios son transitorios en respuestas de ansiedad agudas. Sin embargo, en situaciones de ansiedad crónica, estos cambios pueden generar una serie de problemas de salud. La tensión arterial puede aumentar, incrementando el riesgo cardiovascular. El cuerpo puede experimentar fatiga crónica por el esfuerzo constante de esta respuesta de “lucha o huida”. La concentración y la memoria pueden verse afectadas.

La sangre, lejos de ser un simple fluido, es un elemento clave en la respuesta del organismo a la ansiedad. Comprender estos cambios fisiológicos es crucial para manejar y reducir la ansiedad de forma eficaz y así, mejorar la salud a largo plazo. En casos de ansiedad persistente, es fundamental buscar la ayuda profesional de un médico o psicólogo.