¿Qué hace la radiación beta?

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La radiación beta, compuesta por partículas de energía moderada, puede penetrar tejidos vivos y, al interactuar con el ADN, inducir mutaciones. A pesar de este riesgo, la radioterapia emplea fuentes beta controladas para destruir selectivamente células cancerosas, aprovechando su capacidad para dañar el material genético celular.

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La radiación beta es un tipo de radiación ionizante compuesta por partículas beta, que son electrones o positrones de alta energía. Estas partículas tienen una carga eléctrica y una masa muy baja, lo que les permite penetrar tejidos vivos con mayor facilidad que otras formas de radiación, como los rayos gamma.

Cuando las partículas beta interactúan con los átomos y moléculas en los tejidos vivos, pueden transferir su energía y causar ionización. Este proceso daña el material genético celular, particularmente el ADN, induciendo mutaciones que pueden alterar el funcionamiento de las células.

Debido a su capacidad para dañar el ADN, la radiación beta se ha utilizado en radioterapia para tratar el cáncer. En este contexto, se utilizan fuentes controladas de radiación beta para dirigirla selectivamente a las células cancerosas, minimizando el daño a los tejidos sanos circundantes.

La radioterapia beta aprovecha la sensibilidad de las células cancerosas a los efectos dañinos de la radiación. Al dañar el ADN de estas células, la radiación beta induce apoptosis (muerte celular programada) o impide su división y crecimiento adicional. Como resultado, se puede reducir el tamaño del tumor y mejorar los resultados del tratamiento.

Sin embargo, es importante destacar que la radiación beta también puede tener efectos nocivos en los tejidos sanos. Por lo tanto, la radioterapia debe ser administrada por profesionales médicos calificados que puedan equilibrar los beneficios del tratamiento con el riesgo de efectos secundarios.