¿Qué pasa si no tomo estrógenos en la menopausia?

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La falta de estrógenos durante la menopausia puede provocar sofocos, sequedad vaginal y fragilidad ósea. Para mitigar estos síntomas, se suele recetar a las mujeres estrógeno o estrógeno combinado con progestágeno, otra hormona sintética.
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Más allá del sofoco: Consecuencias de la falta de estrógenos en la menopausia

La menopausia, un hito natural en la vida de la mujer, marca el fin de la fertilidad y conlleva cambios hormonales significativos. La disminución, y finalmente la cesación, de la producción de estrógenos por parte de los ovarios genera una serie de síntomas que pueden variar en intensidad de una mujer a otra. Pero más allá de los conocidos sofocos y la sequedad vaginal, la falta de estrógenos tiene implicaciones a largo plazo que merece la pena comprender.

Si bien es cierto que los sofocos y la sequedad vaginal son síntomas comunes y a menudo molestos, no son las únicas consecuencias de la disminución de estrógenos. La pérdida de densidad ósea, un factor clave en el desarrollo de la osteoporosis, es otro aspecto crucial que requiere atención. La disminución de la acción protectora del estrógeno sobre los huesos hace que éstos se vuelvan más frágiles y vulnerables a las fracturas, especialmente en la cadera, la muñeca y la columna vertebral. Esta fragilidad ósea, en muchos casos, se desarrolla silenciosamente durante años, sin que la mujer perciba los cambios hasta que ocurre una fractura.

Además de la osteoporosis, la falta de estrógenos puede contribuir a un mayor riesgo cardiovascular. Investigaciones recientes sugieren un posible vínculo entre la disminución de estrógenos y alteraciones en los lípidos sanguíneos, aumentando la posibilidad de enfermedades cardiovasculares. La salud cognitiva también puede verse afectada, aunque los mecanismos precisos aún están bajo investigación, pudiendo influir en la memoria y la concentración.

Es fundamental destacar que la experiencia de la menopausia es única para cada mujer. El impacto de la falta de estrógenos puede variar considerablemente, dependiendo de la genética, el estilo de vida y la presencia de otras condiciones de salud. Factores como la dieta, el ejercicio regular, el mantenimiento de un peso saludable y la gestión del estrés juegan un papel vital en la mitigación de los efectos de la menopausia.

El tratamiento con estrógeno o con estrógeno combinado con progestágeno, como se menciona en el texto inicial, se considera una opción para abordar los síntomas más severos. Sin embargo, es crucial que la decisión de iniciar este tipo de terapia hormonal sea tomada tras una consulta con un médico. El especialista evaluará la necesidad de la terapia teniendo en cuenta la historia clínica de la mujer, el grado de severidad de los síntomas y los potenciales riesgos y beneficios. No se debe abordar este proceso de forma aislada, sino con un diálogo abierto y profesional.

En resumen, la falta de estrógenos en la menopausia no se limita a síntomas agudos como los sofocos. Tiene implicaciones más complejas para la salud a largo plazo, incluyendo la fragilidad ósea, un posible aumento del riesgo cardiovascular y posibles impactos en la salud cognitiva. La atención médica y la adopción de un estilo de vida saludable son fundamentales para afrontar este periodo con mayor bienestar y prevenir complicaciones futuras.