¿Qué puede causar pérdida de hierro?

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La deficiencia de hierro se asocia a la pérdida sanguínea, proveniente de diversas fuentes como hemorragias gastrointestinales (por úlceras, cáncer o enfermedades inflamatorias), lesiones traumáticas o intervenciones quirúrgicas. Otras causas, aunque menos comunes, también contribuyen a la depleción de hierro en el organismo.

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Más Allá de la Hemorragia: Descifrando las Causas de la Pérdida de Hierro

La deficiencia de hierro, un problema de salud pública global, se asocia comúnmente con la pérdida de sangre. Hemorragias gastrointestinales, causadas por úlceras pépticas, pólipos, cáncer colorrectal, enfermedad inflamatoria intestinal (como la enfermedad de Crohn o la colitis ulcerosa), o incluso pequeñas fisuras anales, son fuentes significativas de esta pérdida. De igual forma, las lesiones traumáticas, desde cortes superficiales hasta accidentes graves, y las intervenciones quirúrgicas contribuyen a la disminución de los niveles de hierro en el cuerpo. Sin embargo, la realidad es más compleja, y la pérdida de hierro puede tener orígenes menos evidentes y, a veces, difíciles de diagnosticar.

Más allá de la hemorragia explícita, existen otros factores que pueden contribuir a la depleción de hierro, incluso en ausencia de sangrado visible:

  • Menstruación abundante: En mujeres en edad fértil, la menstruación profusa es una causa frecuente de deficiencia de hierro. La cantidad de sangre perdida mensualmente puede superar la capacidad del cuerpo para reponer el hierro. Es importante considerar que la intensidad del flujo menstrual es subjetiva y necesita ser evaluada por un profesional de la salud.

  • Dieta deficiente en hierro: Una alimentación inadecuada, carente de alimentos ricos en hierro (carne roja, legumbres, vegetales de hoja verde, frutos secos), puede impedir que el cuerpo absorba suficiente hierro, incluso si no existe una pérdida significativa. Esto es especialmente preocupante en vegetarianos y veganos, quienes necesitan prestar atención a la biodisponibilidad del hierro de origen vegetal.

  • Malabsorción de hierro: Diversas afecciones médicas, como la enfermedad celíaca, la enfermedad inflamatoria intestinal, la gastritis atrófica y la cirugía gástrica (como la gastrectomía parcial o total), pueden afectar la absorción de hierro en el intestino delgado, lo que lleva a una deficiencia a pesar de una dieta adecuada.

  • Aumento de las necesidades de hierro: El embarazo, la lactancia y el crecimiento rápido en la infancia y la adolescencia incrementan significativamente la demanda de hierro en el organismo. Si estas necesidades no se cubren a través de la dieta o suplementos, puede desarrollarse una deficiencia.

  • Donación frecuente de sangre: Si bien la donación de sangre es un acto altruista y necesario, las donaciones frecuentes pueden disminuir los niveles de hierro en personas que no compensan la pérdida a través de una alimentación rica en este mineral.

  • Infecciones crónicas: Ciertas infecciones parasitarias, como la anquilostomiasis (anemia por uncinarias), pueden causar pérdida de sangre a través del intestino, llevando a una deficiencia de hierro. También, infecciones crónicas en general, pueden aumentar la demanda del cuerpo de hierro, agotando sus reservas.

Es crucial comprender que la deficiencia de hierro no siempre se manifiesta con síntomas evidentes. El diagnóstico temprano es fundamental para prevenir complicaciones a largo plazo. Si experimenta fatiga persistente, debilidad, mareos, palidez o dificultad para concentrarse, es importante consultar a un médico para una evaluación completa y determinar la causa subyacente de la posible pérdida de hierro. Un análisis de sangre, incluyendo el hemograma completo y la ferritina, permitirá establecer un diagnóstico preciso y planificar el tratamiento adecuado, que puede incluir ajustes en la dieta, suplementos de hierro o el tratamiento de la condición subyacente.