¿Qué sustancias se eliminan con el ejercicio?

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El ejercicio físico estimula la liberación de sustancias beneficiosas. Hormonas como la dopamina, serotonina y endorfinas, producidas por nuestro cuerpo, generan bienestar y contribuyen al correcto funcionamiento del organismo.

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Sudar para sanar: ¿Qué eliminamos con el ejercicio?

Más allá de las calorías, el ejercicio físico se convierte en una poderosa herramienta de depuración para nuestro organismo. Si bien es cierto que la actividad física estimula la liberación de sustancias beneficiosas como la dopamina, serotonina y endorfinas, responsables de la sensación de bienestar y cruciales para un correcto funcionamiento corporal, el ejercicio también facilita la eliminación de sustancias menos deseables. ¿Cuáles son estas sustancias que expulsamos al sudar y esforzarnos?

1. Toxinas a través del sudor: Nuestra piel, el órgano más grande del cuerpo, actúa como un sistema excretor secundario. A través del sudor, eliminamos sustancias de desecho como la urea, el ácido úrico y el amoníaco, productos del metabolismo celular. El ejercicio, al aumentar la temperatura corporal y estimular la sudoración, intensifica este proceso de purificación, contribuyendo a una mejor salud dérmica y a la eliminación de toxinas acumuladas.

2. Cortisol en dosis controladas: Si bien el cortisol, la hormona del estrés, es esencial para nuestro organismo, sus niveles elevados de forma crónica pueden tener efectos negativos en la salud. El ejercicio, paradójicamente, puede ayudar a regular los niveles de cortisol. La actividad física genera un aumento inicial de cortisol, pero posteriormente promueve su retorno a niveles normales, actuando como una válvula de escape para el estrés acumulado y mejorando nuestra capacidad de respuesta ante situaciones desafiantes.

3. Radicales libres, en un delicado equilibrio: El ejercicio, al aumentar el consumo de oxígeno, puede generar una mayor producción de radicales libres, moléculas inestables que dañan las células. Sin embargo, el cuerpo responde a este aumento generando antioxidantes endógenos, que neutralizan los radicales libres y protegen al organismo del daño oxidativo. Este proceso de adaptación, conocido como hormesis, fortalece nuestras defensas antioxidantes a largo plazo, siempre y cuando la intensidad y duración del ejercicio sean adecuadas.

4. Exceso de sodio y electrolitos: El sudor contiene no solo agua, sino también electrolitos como el sodio, potasio y cloruro. Si bien la pérdida de electrolitos durante el ejercicio es normal, una sudoración excesiva puede desequilibrar estos niveles. Es fundamental hidratarse adecuadamente con bebidas que contengan electrolitos, especialmente durante ejercicios prolongados e intensos, para mantener un correcto funcionamiento muscular y nervioso.

5. Limpieza mental y emocional: Aunque no se trata de una sustancia tangible, el ejercicio ayuda a “limpiar” nuestra mente de pensamientos negativos y emociones reprimidas. La actividad física promueve la liberación de endorfinas, que actúan como analgésicos naturales y generan una sensación de bienestar y relajación. Este efecto catártico del ejercicio contribuye a una mejor gestión del estrés, la ansiedad y la depresión, mejorando nuestra salud mental y emocional.

En resumen, el ejercicio no solo nos ayuda a quemar calorías y fortalecer nuestros músculos, sino que también funciona como un sistema de depuración multifacético, eliminando toxinas, regulando hormonas, optimizando el manejo de radicales libres y contribuyendo a una mayor claridad mental. Integrar la actividad física regular en nuestra vida es una inversión en salud integral, un camino hacia un organismo más limpio, fuerte y equilibrado.