¿Qué técnica se emplea para filtrar la sangre?

Filtrar la sangre, función vital que realizan nuestros riñones a diario, puede verse comprometida por diversas enfermedades. Cuando esto ocurre, se recurre a técnicas de reemplazo renal, siendo la hemodiálisis la más común. Pero, ¿cómo funciona exactamente este proceso de filtrado artificial?

La hemodiálisis se basa en el principio de difusión y ultrafiltración a través de una membrana semipermeable. Imaginemos un filtro extremadamente fino. La sangre del paciente, extraída a través de un acceso vascular, circula por un lado de esta membrana, mientras que por el otro lado fluye un líquido de diálisis o dializado, con una composición específica.

La difusión permite que las sustancias tóxicas, como la urea y la creatinina, acumuladas en la sangre del paciente, pasen a través de la membrana hacia el dializado, debido a la diferencia de concentraciones. Es decir, las toxinas “viajan” desde donde están más concentradas (la sangre del paciente) hacia donde están menos concentradas (el dializado).

La ultrafiltración, por otro lado, se encarga de eliminar el exceso de líquido del cuerpo. Aplicando una presión controlada, se fuerza el paso del agua y algunos solutos desde la sangre hacia el dializado, regulando así el volumen sanguíneo y la presión arterial. El dializado, ya con las toxinas y el exceso de líquido, se desecha. La sangre “limpia” regresa al paciente.

Es importante destacar que la hemodiálisis no cura la enfermedad renal, sino que actúa como un sustituto artificial de la función renal, permitiendo al paciente llevar una vida lo más normal posible. Además de la hemodiálisis, existen otras técnicas de filtrado sanguíneo, como la diálisis peritoneal, que utiliza el peritoneo del paciente como membrana de filtrado, y la hemofiltración, que se emplea en situaciones de insuficiencia renal aguda. La elección del método dependerá de la condición específica de cada paciente.