¿Qué tipo de cuerpo tiene más riesgo de infarto?

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La concentración de grasa abdominal, incluso sin obesidad generalizada, incrementa significativamente el riesgo de infarto. Estudios indican que la mayoría de los infartos (75%) se asocian al sobrepeso, siendo la grasa visceral un factor de riesgo crucial, más allá del Índice de Masa Corporal.

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La Silueta Traicionera: ¿Qué Tipo de Cuerpo Tiene Mayor Riesgo de Infarto?

La salud cardiovascular es un tema que nos concierne a todos. Si bien la conexión entre el sobrepeso y el riesgo de infarto es ampliamente conocida, existe un matiz crucial que a menudo pasa desapercibido: la distribución de la grasa corporal. No todos los kilos de más conllevan el mismo peligro, y el tipo de cuerpo, o más precisamente, la concentración de grasa en ciertas zonas, puede ser un predictor sorprendentemente preciso del riesgo de sufrir un infarto.

Tradicionalmente, se ha asociado el riesgo cardiovascular con el Índice de Masa Corporal (IMC), una medida que relaciona el peso con la altura. Sin embargo, investigaciones recientes y contundentes revelan una verdad alarmante: incluso personas con un IMC dentro de rangos considerados “normales” pueden estar en riesgo si acumulan grasa de forma desproporcionada en la zona abdominal.

Hablamos, en esencia, de la famosa “barriga”. Este tipo de cuerpo, a menudo descrito como “forma de manzana” o “androide”, donde la grasa se concentra en el abdomen, representa un peligro significativamente mayor que el tipo de cuerpo “pera” o “ginoide”, donde la grasa se acumula principalmente en las caderas y los muslos.

¿Por qué esta diferencia? La respuesta reside en la grasa visceral. A diferencia de la grasa subcutánea, que se encuentra debajo de la piel, la grasa visceral se acumula profundamente dentro de la cavidad abdominal, rodeando órganos vitales como el hígado, el páncreas y los intestinos. Esta grasa es metabólicamente activa, liberando hormonas y sustancias inflamatorias que pueden dañar las arterias, aumentar la resistencia a la insulina y elevar los niveles de colesterol malo (LDL) y triglicéridos.

El impacto es devastador: los estudios indican que la mayoría de los infartos, un alarmante 75%, están asociados al sobrepeso. Pero lo más importante es que la grasa visceral, incluso en personas con un peso considerado “saludable” según el IMC, emerge como un factor de riesgo crucial. En otras palabras, no basta con estar delgado; la localización de la grasa es fundamental.

Es importante destacar que la genética juega un papel importante en la predisposición a acumular grasa en la zona abdominal. Sin embargo, el estilo de vida tiene un impacto significativo. Una dieta rica en azúcares refinados y grasas saturadas, combinada con la falta de actividad física, favorece la acumulación de grasa visceral.

¿Qué podemos hacer para protegernos?

  • Mide tu circunferencia abdominal: Una medida superior a 88 cm en mujeres y 102 cm en hombres se considera indicativa de un mayor riesgo cardiovascular.
  • Adopta una dieta saludable: Prioriza alimentos integrales, frutas, verduras, proteínas magras y grasas saludables. Reduce el consumo de azúcares refinados, alimentos procesados y grasas saturadas.
  • Realiza actividad física regularmente: El ejercicio aeróbico, como caminar, correr, nadar o andar en bicicleta, ayuda a quemar calorías y reducir la grasa visceral. El entrenamiento de fuerza también es beneficioso para construir masa muscular y aumentar el metabolismo.
  • Controla el estrés: El estrés crónico puede elevar los niveles de cortisol, una hormona que favorece la acumulación de grasa abdominal. Practica técnicas de relajación como la meditación, el yoga o simplemente dedica tiempo a actividades que disfrutes.
  • Consulta a tu médico: Realiza chequeos regulares para controlar tus niveles de colesterol, presión arterial y azúcar en sangre.

En resumen, la lucha contra el infarto no se limita a mantener un peso “ideal”. La forma en que nuestro cuerpo distribuye la grasa, particularmente la acumulación de grasa visceral, es un indicador crucial de nuestro riesgo cardiovascular. Tomar medidas para reducir la grasa abdominal, a través de una dieta saludable, ejercicio regular y manejo del estrés, puede marcar una diferencia significativa en nuestra salud y bienestar a largo plazo. No ignores la silueta traicionera; escúchala y toma el control de tu salud.