¿Quién controla la expulsion de las heces?
El intrincado mecanismo detrás del control de la defecación: un baile de músculos y nervios
El proceso aparentemente simple de expulsar las heces es en realidad un ballet cuidadosamente coreografiado que involucra una orquesta de músculos y nervios. Esta compleja interacción asegura que la defecación se realice de manera eficiente y controlada.
Orquestación de los músculos
El control de la defecación implica la sinergia de tres grupos musculares cruciales:
- Recto: Un tubo muscular que almacena las heces antes de la expulsión.
- Ano: El orificio externo a través del cual se expulsan las heces.
- Músculos pélvicos: Músculos que rodean al ano y ayudan a controlar su apertura y cierre.
Cuando las heces se acumulan en el recto, las paredes rectales se estiran, enviando señales al sistema nervioso. En respuesta, los músculos pélvicos se relajan, permitiendo que el contenido del recto empuje hacia el ano.
El papel del sistema nervioso
El sistema nervioso juega un papel fundamental en el control de la defecación. Los nervios transmiten señales entre el recto, el ano y el cerebro.
- Nervios sensitivos: Detectan la distensión del recto y envían información al cerebro.
- Nervios motores: Envían señales a los músculos pélvicos y al esfínter anal externo, controlando la apertura y cierre del ano.
El baile de la defecación
Cuando la presión del recto aumenta y el cerebro recibe las señales adecuadas de los nervios sensitivos, desencadena una serie de eventos:
- Relajación de los músculos pélvicos: Los músculos pélvicos se relajan, lo que permite que las heces se muevan hacia el ano.
- Contracción del recto: El recto se contrae, empujando las heces hacia el ano.
- Relajación del esfínter anal externo: El esfínter anal externo, un músculo ubicado alrededor del ano, se relaja, lo que permite que las heces sean expulsadas.
Control voluntario e involuntario
El control de la defecación es un proceso tanto voluntario como involuntario. En los bebés, la defecación es principalmente involuntaria, pero a medida que se desarrolla el control neuromuscular, los niños aprenden a inhibir la defecación hasta que sea socialmente apropiado.
Conclusión
El control de la defecación es un proceso intrincado que involucra la interacción precisa de los músculos pélvicos, el ano, el sistema nervioso y el cerebro. Este ballet cuidadosamente coreografiado asegura que la expulsión de las heces se realice de manera eficiente y controlada, lo que garantiza la salud gastrointestinal y el bienestar general.
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