¿Un lunar en crecimiento significa cáncer?

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El tamaño también es importante: un lunar de más de 6 milímetros (como un borrador de lápiz) debe examinarse. Consulta con tu médico ante cualquier cambio en la apariencia, el tamaño o la sensibilidad de un lunar, ya que podrían indicar melanoma.

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¿Un lunar en crecimiento significa cáncer? Descifrando las señales de tu piel

Los lunares, esas pequeñas marcas pigmentadas en nuestra piel, suelen ser inofensivos compañeros de vida. Sin embargo, su transformación puede ser una señal de alerta que no debemos ignorar. Aunque un lunar en crecimiento no necesariamente significa cáncer, sí aumenta la posibilidad de que se trate de un melanoma, el tipo más agresivo de cáncer de piel. Por eso, la vigilancia y la consulta temprana con un dermatólogo son cruciales.

La evolución de un lunar es la clave para diferenciar entre una variación benigna y una potencialmente maligna. Si bien algunos lunares pueden crecer ligeramente durante la pubertad o el embarazo debido a cambios hormonales, un crecimiento continuo y acelerado en la edad adulta debe ser motivo de consulta médica. No basta solo con observar el crecimiento en tamaño, otros cambios también deben ser considerados.

El tamaño, como se menciona, es un factor importante. Un lunar que supera los 6 milímetros de diámetro, aproximadamente el tamaño de la goma de borrar de un lápiz, merece una evaluación profesional. Imaginar este objeto cotidiano sobre nuestra piel nos ayuda a visualizar la dimensión y a tomar conciencia de la importancia de la revisión.

Más allá del tamaño, la regla del “ABCDE” de la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV) nos proporciona una guía práctica para identificar señales de alarma:

  • Asimetría: Un lunar benigno suele ser simétrico. Si al dividirlo imaginariamente por la mitad, las dos partes no coinciden, podría ser una señal de alerta.
  • Bordes irregulares: Los bordes de un lunar canceroso suelen ser dentados, borrosos o irregulares, a diferencia de los lunares benignos que tienen bordes definidos y suaves.
  • Color: Un lunar con varios colores o tonalidades (negro, marrón, rojo, azul o blanco) es sospechoso. Los lunares benignos suelen tener un color uniforme.
  • Diámetro: Como ya hemos mencionado, un diámetro superior a 6 mm debe ser evaluado por un dermatólogo.
  • Evolución: Cualquier cambio en el tamaño, la forma, el color, la elevación o la superficie de un lunar, así como la aparición de picor, sangrado o dolor, debe ser consultado con un especialista.

Es importante destacar que no todos los lunares que crecen son cancerosos. Muchos son simplemente nevus displásicos, lunares benignos con características atípicas. Sin embargo, solo un dermatólogo puede realizar un diagnóstico preciso mediante una dermatoscopia y, si es necesario, una biopsia.

No subestimes la importancia de la autoexploración regular de tu piel. Familiarízate con tus lunares y cualquier cambio, por pequeño que parezca, debe ser motivo de consulta. La detección temprana del melanoma es fundamental para un tratamiento exitoso. No esperes a que el lunar crezca significativamente o presente otros síntomas. La prevención y la consulta oportuna son tus mejores aliados.