¿Cuando fue el último vuelo al espacio?

El Silencio Después del Atlantis: Reflexiones sobre el Último Vuelo Espacial Tripulado de la NASA

El 21 de julio de 2011, el transbordador espacial Atlantis regresó a la Tierra, marcando no solo el final de una misión específica, sino el epílogo de una era. Ese día, el programa de transbordadores espaciales de la NASA, un pilar de la exploración espacial durante más de tres décadas, cerró sus puertas, dejando un vacío palpable en el cielo y en la conciencia colectiva. La pregunta, entonces, se vuelve inevitable: ¿cuándo fue el último vuelo al espacio? La respuesta, aunque aparentemente sencilla, esconde matices cruciales.

Si nos referimos a vuelos espaciales tripulados por la NASA, la fecha es innegable: 21 de julio de 2011. La imagen del Atlantis, surcando la atmósfera terrestre en su descenso final, se grabó en la memoria de millones, representando el fin de un capítulo heroico en la historia de la exploración humana. Este programa, responsable del lanzamiento del Telescopio Espacial Hubble y de la construcción de la Estación Espacial Internacional, dejó un legado invaluable de conocimiento científico y tecnológico. Sin embargo, su conclusión no significó el fin de los viajes espaciales.

La paradoja reside en la continuidad. Si bien la NASA dejó de operar su flota de transbordadores, la colaboración internacional en la Estación Espacial Internacional (ISS) continuó, y continúa hasta el día de hoy. Desde el retiro del Atlantis, diversas agencias espaciales, incluyendo la rusa Roscosmos, la japonesa JAXA, la europea ESA y la canadiense CSA, han mantenido una presencia ininterrumpida en la ISS, enviando regularmente tripulaciones y carga. Por lo tanto, si bien el último vuelo tripulado de la NASA utilizando sus transbordadores fue en 2011, los vuelos espaciales tripulados nunca cesaron por completo.

La pregunta, entonces, se vuelve más compleja: ¿a qué nos referimos con “último vuelo al espacio”? ¿Al último vuelo tripulado por una potencia espacial específica? ¿Al último lanzamiento de una nave espacial con humanos a bordo? ¿O al último vuelo de cualquier tipo, incluyendo misiones robóticas? Cada interpretación ofrece una respuesta diferente, destacando la riqueza y la complejidad del panorama espacial actual.

El legado del Atlantis y del programa de transbordadores perdura. Su final, sin embargo, no representa un punto final, sino un punto de inflexión. Marcó el inicio de una nueva etapa en la exploración espacial, una etapa donde la colaboración internacional y las nuevas tecnologías juegan un rol crucial, preparándonos para los ambiciosos objetivos del futuro, como el regreso a la Luna y la eventual exploración de Marte. El silencio tras el Atlantis es, por lo tanto, un silencio provisorio, un espacio de pausa antes de la siguiente gran aventura.