¿Qué temperatura tiene la Luna cuando le da el sol?

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La temperatura en la superficie lunar expuesta al Sol puede llegar a los 123°C, mientras que el lado opuesto, sumido en la oscuridad, puede descender hasta los -153°C, creando un contraste térmico extremo.
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Un paseo por los extremos térmicos de la Luna

A simple vista, la Luna, nuestro satélite natural, se presenta como un cuerpo celeste tranquilo y plateado. Sin embargo, esta imagen serena esconde una realidad mucho más extrema: la Luna experimenta oscilaciones térmicas que desafían la imaginación.

Mientras la cara lunar bañada por la luz solar se convierte en un verdadero horno, alcanzando temperaturas de hasta 123°C, su lado opuesto, sumido en una noche perpetua, se congela a -153°C. Esta brutal diferencia de casi 300°C se debe a la ausencia de una atmósfera que regule el calor, como ocurre en la Tierra.

Imaginemos por un instante la escena: un astronauta dando un paseo lunar. En un solo paso, podría pasar de sentir un calor abrasador a un frío glacial. Este drástico contraste térmico no solo afecta la experiencia de una hipotética visita lunar, sino que también desafía la resistencia de los materiales y complica el desarrollo de tecnología espacial.

La falta de atmósfera en la Luna tiene otra consecuencia: la ausencia de un crepúsculo que suavice la transición entre el día y la noche. En nuestro planeta, la atmósfera dispersa la luz solar, creando esos mágicos atardeceres que tanto disfrutamos. En la Luna, la transición es abrupta, un cambio radical entre la luz cegadora y la oscuridad absoluta.

Comprender estas extremas condiciones en la Luna es fundamental para futuras misiones espaciales. El desarrollo de trajes espaciales, hábitats lunares y robots exploradores debe tener en cuenta este ambiente tan hostil. La Luna, con sus extremos térmicos, nos recuerda la importancia de nuestro propio escudo protector, la atmósfera, y nos desafía a encontrar soluciones innovadoras para explorar el cosmos.