¿Cuáles son los beneficios de la estimulación musical?

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La estimulación musical beneficia la memoria auditiva, la manipulación de la información, la atención sostenida y el aprendizaje de la lectoescritura (Kasuya-Ueba et al., 2020; Custodio y Cano-Campos, 2017).

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Más Allá de la Melodía: Los Beneficios Cognitivos de la Estimulación Musical

La música, un lenguaje universal, trasciende su faceta puramente estética. Más allá del placer auditivo, la estimulación musical temprana y continua ofrece una serie de beneficios cognitivos que impactan significativamente el desarrollo del cerebro, especialmente en la infancia y adolescencia, pero con efectos positivos que perduran a lo largo de la vida. No se trata simplemente de aprender a tocar un instrumento; la exposición a la música, su creación y apreciación activa, desencadenan una cascada de efectos positivos en diversas áreas del desarrollo.

Estudios recientes, como los de Kasuya-Ueba et al. (2020) y Custodio y Cano-Campos (2017), han demostrado la estrecha relación entre la estimulación musical y mejoras en funciones cognitivas cruciales. Estas investigaciones apuntan a un impacto directo en la memoria auditiva, esa capacidad fundamental para procesar y recordar sonidos. La música, con su intrincada estructura melódica y rítmica, exige un ejercicio constante de esta memoria, fortaleciéndola y ampliando su capacidad.

Además de la memoria auditiva, la estimulación musical fomenta la manipulación de la información. Aprender una pieza musical implica decodificar símbolos (partituras), procesar secuencias complejas y coordinar diferentes acciones (dedos, respiración, etc.). Este proceso exige una organización mental flexible y eficiente, mejorando la capacidad para procesar y manipular datos en diferentes contextos.

La atención sostenida, un pilar fundamental para el aprendizaje efectivo, también se ve beneficiada. Concentrase en seguir una melodía, interpretar un ritmo o simplemente escuchar una pieza musical compleja requiere una atención focalizada y sostenida en el tiempo. La práctica musical, por lo tanto, actúa como un entrenamiento eficaz para la atención, mejorando la capacidad para concentrarse y resistir las distracciones.

Finalmente, y quizá uno de los hallazgos más relevantes, es la conexión entre la estimulación musical y el aprendizaje de la lectoescritura. La música comparte con el lenguaje escrito una estructura secuencial y un código simbólico que el cerebro debe decodificar. Estudios sugieren que la práctica musical temprana puede facilitar el desarrollo de las habilidades fonológicas y la conciencia fonológica, elementos clave para el proceso de adquisición de la lectura y escritura. Esta conexión se sustenta en la similitud en el procesamiento neuronal de la música y el lenguaje.

En conclusión, la estimulación musical va mucho más allá del simple entretenimiento. Es una herramienta poderosa para el desarrollo cognitivo, contribuyendo a la mejora de la memoria, la atención, la capacidad de procesamiento de información y, sorprendentemente, el aprendizaje de la lectoescritura. Promover la exposición a la música, desde edades tempranas, es invertir en un futuro con mentes más ágiles, creativas y con una mayor capacidad de aprendizaje. La música, en definitiva, nutre el cerebro y potencia su potencial.