¿Cómo se cura el infarto intestinal?

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El infarto intestinal generalmente requiere cirugía para extirpar la sección dañada y conectar los extremos sanos. En ocasiones, se realizan procedimientos como yeyunostomía o ileostomía.
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El Infarto Intestinal: Un Reto Quirúrgico que Requiere Atención Inmediata

El infarto intestinal, una condición médica grave y potencialmente mortal, se produce cuando el suministro sanguíneo a una sección del intestino se interrumpe, provocando la muerte del tejido intestinal. A diferencia de un infarto de miocardio (ataque al corazón), el infarto intestinal no se cura con medicamentos; su manejo requiere una intervención médica inmediata y, en la mayoría de los casos, cirugía. La rapidez de la atención es crucial, ya que la necrosis (muerte celular) del tejido intestinal progresa rápidamente, llevando a complicaciones severas como peritonitis (inflamación del peritoneo, la membrana que recubre la cavidad abdominal) y sepsis (respuesta inflamatoria sistémica a una infección).

No existe una “cura” en el sentido de restituir el tejido infartado. La estrategia terapéutica se centra en remover la parte dañada del intestino para prevenir la propagación de la necrosis y sus consecuencias devastadoras. La cirugía es el pilar fundamental del tratamiento. El procedimiento habitual consiste en una resección intestinal, donde el cirujano extirpa la sección de intestino afectada por el infarto. Posteriormente, se procede a la anastomosis, uniendo los extremos sanos del intestino para restablecer la continuidad del tracto digestivo.

La complejidad de la cirugía y la extensión del daño intestinal determinarán el tipo de procedimiento específico. En algunos casos, la resección puede ser relativamente simple. Sin embargo, en infartos extensos o situaciones de compromiso grave, la cirugía puede ser más compleja y prolongada. La gravedad de la condición y las características del paciente influirán en la decisión del equipo quirúrgico.

En situaciones donde la resección intestinal resulta demasiado extensa o compleja, pueden ser necesarias medidas paliativas como:

  • Yeyunostomía: Se crea una abertura quirúrgica en el yeyuno (parte del intestino delgado) para permitir la salida del contenido intestinal y evitar obstrucciones. Esta es una solución temporal, mientras el paciente se recupera o se prepara para una cirugía posterior más definitiva.

  • Ileostomía: Se crea una abertura en el íleon (última parte del intestino delgado) para desviar las heces hacia una bolsa externa (ostomía). Similar a la yeyunostomía, esto se utiliza como medida paliativa en casos graves, para permitir que el intestino afectado sane o para evitar complicaciones inmediatas.

La recuperación postoperatoria del infarto intestinal requiere un período de hospitalización que puede variar según la extensión de la cirugía y el estado de salud del paciente. La alimentación suele ser inicialmente parenteral (vía intravenosa) para permitir que el intestino descanse y sane. Posteriormente, se introducirá una dieta líquida y gradualmente sólida, supervisada por el equipo médico.

Es fundamental destacar que la prevención juega un papel crucial. Factores de riesgo como la trombosis, la embolia, la aterosclerosis, la enfermedad inflamatoria intestinal y la deshidratación deben ser atendidos y tratados de manera oportuna para minimizar el riesgo de desarrollar un infarto intestinal. Si se experimentan síntomas como dolor abdominal intenso, vómitos, distensión abdominal y sangrado rectal, se debe buscar atención médica inmediata. La rapidez en el diagnóstico y el tratamiento es fundamental para mejorar el pronóstico y la supervivencia.