¿Cuál es la mejor hora del día para hacer ejercicio?

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Para obtener un mayor rendimiento y quema de calorías, lo ideal es ejercitarse por la tarde o temprano por la noche. En esos momentos, la temperatura corporal y la fuerza muscular están en su punto más alto, optimizando el gasto energético.

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El Cronómetro Biológico y el Entrenamiento Óptimo: ¿Cuál es la Mejor Hora para Ejercitarse?

La pregunta de cuándo es el mejor momento para hacer ejercicio ha generado un debate prolongado entre atletas, entrenadores y entusiastas del fitness. Si bien no existe una respuesta única válida para todos, la investigación científica nos ofrece pistas para determinar la hora del día que maximiza nuestro rendimiento y aprovecha al máximo nuestro potencial físico. Contrario a la creencia popular de que las mañanas son siempre la mejor opción, la realidad es más compleja y depende intrínsecamente de nuestra propia cronobiología.

La idea de que el cuerpo funciona siguiendo un “reloj interno” – nuestro ritmo circadiano – es fundamental para entender la optimización del entrenamiento. Este reloj regula numerosos procesos fisiológicos, incluyendo la temperatura corporal, la fuerza muscular, la liberación de hormonas y la percepción del esfuerzo. Y es precisamente la interacción de estos factores lo que influye en la efectividad de nuestro ejercicio.

Diversos estudios sugieren que la temperatura corporal alcanza su punto máximo por la tarde y principios de la noche. Esta elevación de la temperatura se traduce en una mayor elasticidad muscular y una mejor capacidad de contracción, lo que se traduce en un rendimiento superior y una mayor eficiencia en la quema de calorías. Simultáneamente, la fuerza muscular también suele experimentar un pico en estas horas, permitiendo levantar más peso o realizar ejercicios con mayor intensidad.

Sin embargo, esto no significa que las mañanas sean una mala opción. Para las personas que son “madrugadoras” y se sienten más enérgicos al amanecer, un entrenamiento matutino puede ser igualmente beneficioso. La ventaja principal del ejercicio matutino reside en la consistencia: la posibilidad de establecer una rutina diaria que, al no depender de las fluctuaciones del día, se convierte en un hábito más fácil de mantener a largo plazo. Además, una sesión matutina puede mejorar el humor y la productividad durante el resto del día.

En resumen, la mejor hora para ejercitarse es aquella que se adapta a nuestro ritmo circadiano individual y a nuestro estilo de vida. Mientras que las tardes y principios de la noche ofrecen una ventaja fisiológica en términos de rendimiento y quema calórica, la mañana puede ser una opción excelente para quienes priorizan la consistencia y la planificación. Lo crucial es la regularidad del ejercicio, independientemente de la hora elegida. Escuchar a nuestro cuerpo y encontrar el horario que nos permita mantener un entrenamiento sostenido en el tiempo es, en última instancia, el factor más determinante para obtener los mejores resultados. Experimentar con diferentes horarios y observar la propia respuesta física es la clave para descubrir la “hora dorada” de nuestro propio entrenamiento.