¿Por qué salen nevus?

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La aparición de nevus, comúnmente conocidos como lunares, es más frecuente durante la infancia y la adolescencia, extendiéndose hasta los 35 o 40 años. Tras esta edad, la probabilidad de desarrollar nuevos lunares disminuye significativamente, explicando por qué los adultos mayores suelen presentar una menor cantidad de estas marcas en la piel.

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El misterio de los lunares: ¿Por qué aparecen en nuestra piel?

Los nevus, más conocidos como lunares, son pequeñas manchas en la piel que la mayoría de nosotros poseemos. Su presencia, a menudo numerosa, despierta curiosidad sobre su origen. ¿Por qué aparecen? ¿Qué factores influyen en su desarrollo? Si bien no representan un riesgo en la mayoría de los casos, comprender su formación nos permite estar más atentos a cualquier cambio que pueda requerir atención médica.

La aparición de lunares es un proceso dinámico que se concentra principalmente durante la infancia, la adolescencia y la primera etapa de la adultez, prolongándose hasta los 35 o 40 años aproximadamente. Este periodo coincide con etapas de importantes cambios hormonales, lo que sugiere una fuerte influencia de estos en la formación de los nevus. Durante la pubertad, por ejemplo, el aumento de hormonas sexuales como los estrógenos y la progesterona, junto con el factor de crecimiento, estimulan la producción de melanocitos, las células encargadas de producir melanina, el pigmento que da color a la piel y, por consiguiente, a los lunares.

Además de la influencia hormonal, la genética juega un papel fundamental. La predisposición familiar a desarrollar nevus es un factor determinante en la cantidad y tipo de lunares que una persona puede presentar. Si nuestros padres tienen muchos lunares, es probable que nosotros también los tengamos. Este componente genético no solo influye en la cantidad, sino también en características como el tamaño, la forma y la coloración.

La exposición solar también contribuye a la aparición de nevus, especialmente los llamados nevus melanocíticos adquiridos. La radiación ultravioleta del sol estimula la producción de melanina como mecanismo de defensa para proteger la piel del daño solar. Esta sobreproducción de melanina puede concentrarse en ciertas áreas, dando lugar a la formación de nuevos lunares o oscureciendo los ya existentes. Es por ello que se recomienda la protección solar desde la infancia para minimizar el riesgo de desarrollar lunares atípicos y otras afecciones cutáneas.

Tras los 40 años, la actividad de los melanocitos disminuye considerablemente, lo que explica la menor aparición de nuevos nevus en la edad adulta. A pesar de esto, es importante mantener la vigilancia sobre los lunares existentes, observando cualquier cambio en su tamaño, forma, color o textura. Ante cualquier duda, es fundamental consultar a un dermatólogo para una evaluación profesional y descartar cualquier posible problema.

En resumen, la aparición de nevus es un proceso complejo influenciado por la interacción de factores hormonales, genéticos y ambientales. Comprender estos factores nos permite tomar medidas preventivas, como la protección solar, y estar más atentos a cualquier cambio que pueda requerir atención médica, garantizando así la salud de nuestra piel.