¿Qué color de luz se ve mejor de noche?

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Para una mejor calidad de sueño nocturno, se recomienda utilizar luces cálidas, como las rojas o ámbar, en lugar de las blancas brillantes. Estas luces favorecen la relajación.
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La Luz Nocturna Perfecta: ¿Qué Color Favorece el Sueño?

La noche es para descansar, para que nuestro cuerpo y mente se regeneren. Sin embargo, la iluminación artificial puede interferir significativamente en este proceso. La elección del color de la luz que nos acompaña durante las horas previas al sueño es crucial para una buena calidad de descanso. A diferencia de la creencia popular de que más luz es mejor, la realidad es más matizada. La intensidad y, sobre todo, el color de la luz juegan un papel fundamental en nuestro ritmo circadiano, ese reloj interno que regula nuestros ciclos de sueño-vigilia.

Mientras que la luz blanca brillante, similar a la luz del día, estimula la producción de cortisol, la hormona del estrés, y suprime la melatonina, la hormona que regula el sueño, las luces cálidas tienen un efecto completamente opuesto. Colores como el rojo y el ámbar, con sus longitudes de onda más largas, emiten una luz suave y relajante que prepara nuestro cuerpo para el descanso.

La clave reside en la temperatura de color, medida en Kelvin (K). Las luces con una temperatura de color baja (por debajo de 3000K) se perciben como cálidas, con tonalidades rojizas o amarillas. Por el contrario, las luces con una temperatura de color alta (por encima de 5000K) son frías y blancas, similares a la luz solar del mediodía. Para optimizar nuestro sueño, es fundamental optar por luces con una temperatura de color baja, entre 2700K y 3000K, que imitan la luz del atardecer.

Pero la elección no se limita a la temperatura de color. La intensidad también es importante. Una luz cálida pero muy brillante puede seguir siendo estimulante. La recomendación es optar por una iluminación tenue y difusa, que evite la exposición directa a fuentes de luz intensa antes de acostarse.

En resumen, para un sueño reparador y de calidad, la elección del color de la luz nocturna no es una cuestión trivial. Priorizar luces cálidas, con una temperatura de color baja (2700K-3000K) y una intensidad tenue, favorece la producción de melatonina, reduce los niveles de cortisol y prepara nuestro cuerpo y mente para un descanso profundo y revitalizante. Despidamos la luz blanca brillante antes de dormir y demos la bienvenida a la serenidad de las luces rojas o ámbar para un sueño más placentero y saludable.