¿Qué es mejor, pH alto o bajo?
Un pH entre 7.2 y 7.6 es ideal para el baño seguro, evitando problemas derivados de la acidez (pH < 7.2) que afecta tanto a las personas como a la infraestructura de la piscina. El agua ácida irrita, mientras que un pH básico (superior a 7) también puede generar inconvenientes.
El pH ideal para tu piscina: Ni muy alto, ni muy bajo, sino justo en el centro
La pregunta “¿Qué es mejor, un pH alto o bajo?” es frecuente cuando hablamos del mantenimiento de piscinas, y la respuesta, como en muchos aspectos de la vida, es: ninguno de los extremos. El equilibrio es la clave para un baño seguro y placentero, y en el caso del agua de la piscina, este equilibrio se encuentra en un pH ligeramente alcalino.
Si bien a menudo asociamos la alcalinidad con algo “fuerte” o incluso peligroso, un pH ligeramente por encima de 7 es lo ideal para la salud de los bañistas y la longevidad de la piscina. Concretamente, el rango óptimo se sitúa entre 7.2 y 7.6. Este rango permite una desinfección eficaz y minimiza los problemas derivados tanto de la acidez como de una alcalinidad excesiva.
Un pH inferior a 7.2, es decir, un agua ácida, puede traer consigo una serie de inconvenientes. La acidez no solo irrita la piel y las mucosas de los bañistas, causando enrojecimiento, picor e incluso escozor en los ojos, sino que también daña la estructura de la piscina. El agua ácida corroe los materiales, deteriorando el revestimiento, las juntas e incluso los equipos de filtración, acortando su vida útil y generando gastos innecesarios.
Por otro lado, un pH excesivamente básico, aunque se aleje de la corrosividad del agua ácida, también presenta sus propios problemas. Un pH superior a 7.6 reduce la eficacia del cloro, el desinfectante más común en piscinas, lo que puede propiciar la proliferación de bacterias y algas. Además, el agua alcalina puede causar irritación en la piel y los ojos, similar a la del agua ácida, y generar una sensación desagradable de sequedad. También puede contribuir a la formación de incrustaciones calcáreas en las paredes y el fondo de la piscina, afeando su aspecto y dificultando su limpieza.
Mantener el pH de la piscina dentro del rango ideal de 7.2 a 7.6 es, por tanto, crucial. Esto se logra mediante el uso de productos químicos específicos, como incrementadores y reductores de pH, y un control regular con un kit de análisis. Un buen mantenimiento del pH no solo garantiza un baño seguro y agradable, sino que también protege la inversión representada por la piscina, alargando su vida útil y minimizando los costes de mantenimiento. La inversión en un control adecuado del pH es una inversión en salud, confort y durabilidad.
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