¿Qué es mejor, tener un cuerpo ácido o alcalino?

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Para disfrutar de una salud óptima, es fundamental mantener un pH ligeramente alcalino. Los extremos, tanto ácido como alcalino, pueden ser perjudiciales para nuestro organismo, por lo que es crucial encontrar un equilibrio para un bienestar integral.
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El Equilibrio Ácido-Alcalino: Más allá del Mito de la Alcalinidad Perfecta

La idea de que un cuerpo “alcalino” es sinónimo de salud óptima, mientras que un cuerpo “ácido” es un semillero de enfermedades, es un concepto ampliamente difundido pero, en realidad, bastante simplista y, en muchos casos, erróneo. Si bien es cierto que mantener un pH equilibrado es fundamental para la salud, la realidad es mucho más matizada que la simple dicotomía ácido-alcalino.

Nuestro cuerpo posee intrincados mecanismos de regulación que mantienen el pH de la sangre sorprendentemente estable, dentro de un rango muy estrecho (ligeramente alcalino, entre 7.35 y 7.45). Cualquier desviación significativa de este rango, ya sea hacia la acidez o la alcalinidad, puede ser extremadamente peligrosa y provocar situaciones médicas graves. Por lo tanto, la idea de “alcalinizar” el cuerpo a través de dietas o suplementos con la promesa de mejorar la salud, sin una necesidad médica justificada, debe ser vista con cautela.

La confusión surge, en parte, de la diferencia entre el pH de la sangre y el pH de otros fluidos corporales, como la orina o la saliva. Estos últimos pueden variar considerablemente dependiendo de la dieta, el ejercicio y otros factores, sin representar necesariamente un problema de salud. Medir el pH de la orina, por ejemplo, no es un indicador fiable del equilibrio ácido-base del organismo en su conjunto.

Lo que sí es cierto es que una dieta equilibrada y rica en frutas, verduras, y alimentos integrales, contribuye a la salud general y puede, indirectamente, influir en el equilibrio ácido-base. Estos alimentos, ricos en minerales y antioxidantes, ayudan a neutralizar los ácidos producidos por el metabolismo. Sin embargo, atribuir efectos milagrosos a una dieta exclusivamente “alcalina” es una exageración.

El verdadero enfoque debería estar en una alimentación saludable y variada, que proporcione todos los nutrientes necesarios para el correcto funcionamiento del organismo. Esto incluye un consumo adecuado de proteínas, carbohidratos complejos, grasas saludables, vitaminas y minerales. Además, la hidratación adecuada juega un papel fundamental en la regulación del equilibrio ácido-base.

En lugar de obsesionarse con el pH, lo más importante es consultar con un profesional de la salud ante cualquier síntoma o preocupación relacionada con el equilibrio ácido-base. Automedicarse o seguir dietas restrictivas sin supervisión médica puede ser perjudicial, y las afirmaciones sobre los beneficios de la alcalinidad deben ser evaluadas críticamente y contrastadas con la evidencia científica. En resumen, el equilibrio, la moderación y la consulta médica son claves para una salud óptima, no la búsqueda de un pH ideal en un sentido simplista.