¿Por qué mi pH es muy fuerte?

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Un pH vaginal alto, común durante la etapa fértil, debilita la defensa natural. Este desequilibrio puede manifestarse a través de flujo alterado, picazón, ardor, sequedad, dolor al orinar o incomodidad anal. Estas molestias impactan negativamente el bienestar íntimo femenino, requiriendo atención para restaurar el equilibrio.

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¿Por qué mi pH vaginal es tan alto? Desequilibrio y sus Consecuencias

Si has notado cambios en tu flujo vaginal, picazón, ardor, o incluso dolor al orinar, es posible que te estés preguntando: “¿Por qué mi pH vaginal es tan alto?”. Comprender la causa de este desequilibrio es crucial para recuperar tu bienestar íntimo.

El pH vaginal ideal se sitúa en un rango ligeramente ácido, entre 3.8 y 4.5. Esta acidez es vital para mantener una flora vaginal saludable, dominada por bacterias “buenas” como los lactobacilos. Estas bacterias producen ácido láctico, creando un ambiente hostil para las bacterias dañinas y los hongos, protegiéndote de infecciones.

Un pH vaginal elevado, es decir, por encima de 4.5, indica que este delicado equilibrio se ha alterado. Aunque es más común durante la etapa fértil de la mujer, puede ser provocado por diversos factores:

  • Cambios Hormonales: Las fluctuaciones hormonales durante el ciclo menstrual, el embarazo o la menopausia pueden afectar el pH vaginal. El aumento de estrógeno, por ejemplo, puede favorecer el crecimiento de ciertas bacterias que alteran el pH.

  • Duchas Vaginales: Esta práctica, aunque a menudo se cree que mejora la higiene, elimina las bacterias beneficiosas y perturba el equilibrio natural del pH vaginal. La vagina es un órgano autolimpiante y no necesita duchas internas.

  • Antibióticos: Si bien son necesarios para combatir infecciones bacterianas, los antibióticos pueden matar tanto las bacterias malas como las buenas, incluyendo los lactobacilos que mantienen el pH vaginal ácido.

  • Relaciones Sexuales: El semen es alcalino y puede elevar temporalmente el pH vaginal después del coito.

  • Infecciones: Ciertas infecciones vaginales, como la vaginosis bacteriana, están directamente relacionadas con un pH vaginal elevado. En la vaginosis bacteriana, las bacterias dañinas superan en número a los lactobacilos, provocando un desequilibrio.

  • Dispositivos Intrauterinos (DIU): Algunos estudios sugieren que la presencia de un DIU puede, en ciertos casos, modificar el pH vaginal.

¿Qué consecuencias puede tener un pH vaginal alto?

Como mencionamos, un pH vaginal elevado debilita la barrera protectora natural de la vagina, haciéndola más vulnerable a:

  • Infecciones: La vaginosis bacteriana y la candidiasis (infección por hongos) son las infecciones más comunes asociadas con un pH vaginal desequilibrado.
  • Flujo vaginal anormal: Puedes notar un aumento en la cantidad de flujo, un cambio en su color (amarillento, verdoso o grisáceo) y un olor desagradable (a pescado).
  • Picazón y ardor: La irritación en la zona vaginal es un síntoma común.
  • Sequedad vaginal: A pesar del flujo alterado, algunas mujeres experimentan sequedad.
  • Dolor al orinar (disuria): La irritación puede extenderse a la uretra, causando dolor al orinar.
  • Molestias anales: La irritación vaginal puede irradiarse a la zona anal.

¿Qué debo hacer si creo que mi pH vaginal es alto?

La automedicación no es recomendable. Si experimentas alguno de los síntomas mencionados, lo mejor es consultar a tu ginecólogo. Él o ella podrá determinar la causa de tu pH vaginal elevado mediante un examen físico y, si es necesario, pruebas de laboratorio. El tratamiento dependerá del diagnóstico, pero puede incluir antibióticos (para la vaginosis bacteriana), antifúngicos (para la candidiasis) o probióticos (para restaurar la flora vaginal saludable).

En resumen, mantener un pH vaginal equilibrado es fundamental para la salud íntima de la mujer. Entender las posibles causas de un pH elevado y buscar atención médica oportuna te permitirá recuperar tu bienestar y prevenir complicaciones. Recuerda, la información aquí proporcionada es para fines informativos y no reemplaza el consejo de un profesional de la salud.