¿Qué partes del cuerpo duelen en la premenopausia?

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Las molestias musculares de la perimenopausia, frecuentes y generalizadas, se manifiestan con rigidez, especialmente en articulaciones como hombros, muñecas, manos, dedos, rodillas, espalda y caderas, afectando la movilidad y el confort diario.

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El Cuerpo en Transición: Dolores Musculares y Articulares en la Perimenopausia

La perimenopausia, ese periodo de transición hacia la menopausia, se caracteriza por una serie de cambios hormonales que impactan en diversos sistemas del cuerpo. Si bien los sofocos y los cambios de humor suelen acaparar la atención, un síntoma a menudo subestimado y profundamente incapacitante son las molestias musculoesqueléticas. Lejos de ser una simple molestia pasajera, estas dolencias pueden afectar significativamente la calidad de vida de las mujeres que las experimentan.

Las fluctuaciones hormonales, principalmente en los niveles de estrógeno, son las principales responsables de este malestar. El estrógeno desempeña un papel crucial en la salud ósea y la función articular. Su disminución durante la perimenopausia provoca una serie de alteraciones que se traducen en dolor y rigidez. No se trata de un dolor localizado en un punto específico, sino que suele ser generalizado y crónico, afectando la movilidad y el bienestar diario.

¿Dónde duele más? Un mapa de las molestias:

Las molestias musculares en la perimenopausia son frecuentes y se manifiestan de diversas formas. La rigidez articular es una de las quejas más comunes, afectando especialmente a:

  • Hombros: Dificultad para levantar los brazos o realizar movimientos por encima de la cabeza.
  • Muñecas y manos: Rigidez, hormigueo y entumecimiento, pudiendo incluso dificultar tareas cotidianas como escribir o abrochar botones.
  • Dedos: Dolor, rigidez y limitación en el movimiento de las articulaciones interfalángicas.
  • Rodillas: Dolor al caminar, subir escaleras o agacharse.
  • Espalda: Dolor lumbar, rigidez y limitación de movimiento, pudiendo irradiarse hacia las piernas.
  • Caderas: Rigidez, dolor al caminar o al sentarse y levantarse.

Estas molestias se pueden intensificar con el estrés, la falta de ejercicio y la mala postura. El dolor puede ser sordo, punzante o quemante, y su intensidad varía a lo largo del día y de un día a otro. Muchas mujeres describen la sensación como una “rigidez generalizada”, que les dificulta realizar actividades que antes realizaban sin problemas.

Más allá del dolor: Es importante destacar que las molestias musculoesqueléticas en la perimenopausia no se limitan al dolor físico. La rigidez y la limitación del movimiento pueden impactar en la vida social, laboral y personal de la mujer, afectando su autonomía y bienestar emocional. La frustración y la disminución de la autoestima son consecuencias frecuentes de este tipo de dolencias.

Buscando alivio:

Si está experimentando molestias musculares y articulares durante la perimenopausia, es fundamental consultar a un profesional de la salud. Un diagnóstico adecuado permitirá descartar otras patologías y establecer un plan de tratamiento personalizado que puede incluir:

  • Cambios en el estilo de vida: Ejercicio regular (especialmente ejercicios de bajo impacto como natación o yoga), mejoras en la postura, gestión del estrés y una dieta equilibrada rica en calcio y vitamina D.
  • Terapias complementarias: Fisioterapia, acupuntura, osteopatía, pueden ayudar a aliviar el dolor y mejorar la movilidad.
  • Medicamentos: En algunos casos, el médico puede recomendar analgésicos, antiinflamatorios o terapia hormonal sustitutiva (THS), siempre bajo estricta supervisión médica.

La perimenopausia es una etapa de cambios, y comprender las diferentes manifestaciones de estos cambios es crucial para abordarlas de forma efectiva. No ignore las molestias musculoesqueléticas; busque ayuda profesional para encontrar el alivio que necesita y mantener una buena calidad de vida durante esta transición importante en su vida.