¿Qué sistema nervioso activa la digestión?

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El proceso digestivo se activa principalmente por el sistema nervioso parasimpático, también conocido como descanso y digestión. Este sistema estimula la actividad de las glándulas digestivas y la motilidad gastrointestinal. Adicionalmente, el sistema nervioso entérico (SNE), una red nerviosa intrínseca al tracto digestivo, juega un papel crucial en la regulación local de la digestión.

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El Intrincado Baile de los Sistemas Nerviosos en la Digestión: Más Allá del “Descanso y Digestión”

La digestión, un proceso complejo y esencial para la vida, no es simplemente una reacción química pasiva. Requiere una orquestación precisa de señales nerviosas que regulan cada etapa, desde la masticación hasta la absorción de nutrientes. Si bien se suele simplificar diciendo que el sistema nervioso parasimpático es el principal responsable, la realidad es mucho más matizada y fascinante, involucrando una intrincada interacción entre diferentes sistemas nerviosos.

Como se sabe comúnmente, el sistema nervioso parasimpático (SNP), la rama del sistema nervioso autónomo asociada con la relajación y la recuperación, desempeña un papel fundamental en la activación de la digestión. A través del nervio vago, su principal componente en este proceso, el SNP estimula la secreción de jugos gástricos, pancreáticos e intestinales, cruciales para la descomposición de los alimentos. Además, aumenta la motilidad gastrointestinal, es decir, los movimientos peristálticos que propulsan el bolo alimenticio a lo largo del tracto digestivo. La popular frase “descanso y digestión” refleja acertadamente esta función del SNP, favoreciendo una digestión eficiente durante los periodos de calma y relajación.

Sin embargo, reducir la función digestiva únicamente al SNP sería una simplificación excesiva. Aquí es donde entra en juego el sistema nervioso entérico (SNE), a menudo llamado el “segundo cerebro”. El SNE es una red compleja e intrínseca de neuronas ubicada en las paredes del tracto digestivo, desde el esófago hasta el ano. Esta red neuronal independiente del cerebro y la médula espinal, aunque recibe influencias del sistema nervioso simpático y parasimpático, posee la capacidad de regular la digestión de forma autónoma.

El SNE controla una amplia gama de funciones digestivas, incluyendo:

  • Motilidad: Regula la fuerza y la frecuencia de las contracciones musculares del tracto digestivo, asegurando un tránsito adecuado del alimento.
  • Secreción: Controla la liberación de enzimas digestivas, hormonas y moco, esenciales para la digestión y la protección de la mucosa.
  • Absorción: Influye en la absorción de nutrientes a través de las paredes intestinales.
  • Flujo sanguíneo: Modula el flujo sanguíneo hacia el tracto digestivo, asegurando un suministro adecuado de oxígeno y nutrientes.

La interacción entre el SNP y el SNE es dinámica y crucial para una digestión óptima. Mientras el SNP proporciona una señal general de “activar la digestión”, el SNE se encarga de las regulaciones locales, ajustando la actividad digestiva en respuesta a factores como el tipo de alimento, el grado de distensión del estómago e intestino, y la presencia de sustancias químicas específicas.

En conclusión, la digestión no es un proceso controlado por un solo sistema nervioso. Es el resultado de una compleja y coordinada interacción entre el sistema nervioso parasimpático, que proporciona la señal general de activación, y el sistema nervioso entérico, que regula finamente la actividad digestiva a nivel local. Comprender esta intrincada relación es fundamental para apreciar la complejidad del cuerpo humano y para abordar las disfunciones digestivas con una perspectiva más integral.