¿Qué tipos de ondas puede ver el ojo humano?

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El ojo humano percibe únicamente la luz visible, comprendida entre 400 y 700 nanómetros de longitud de onda. Esta luz, que abarca todos los colores del arcoíris, desde el rojo al violeta, constituye el espectro visible. La luz blanca es una mezcla de todas estas longitudes de onda.

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El Límite de la Visión: Explorando el Espectro de la Luz Visible

El mundo nos deslumbra con una profusión de colores, formas y matices. Pero, ¿hasta qué punto somos capaces de percibir esta riqueza visual? La respuesta radica en la limitada capacidad de nuestro ojo para detectar ondas electromagnéticas: solo podemos ver una pequeña fracción del espectro, conocido como luz visible.

Contrariamente a lo que muchos piensan, la luz no es un ente homogéneo. Se compone de ondas electromagnéticas que se diferencian por su longitud de onda, medida en nanómetros (nm). Esta longitud de onda determina el color que percibimos. Nuestro ojo, una maravilla de la evolución, está diseñado para detectar ondas con longitudes comprendidas entre los 400 y los 700 nm. Fuera de este rango, nos encontramos con radiaciones invisibles para nosotros, como los rayos X, los infrarrojos o los ultravioleta.

Dentro de esos 300 nanómetros que conforman el espectro visible, se despliega la gama completa de colores que podemos apreciar. Comenzando con el violeta, de menor longitud de onda (alrededor de 400 nm), el espectro se extiende a través del azul, verde, amarillo, naranja hasta llegar al rojo, de mayor longitud de onda (alrededor de 700 nm). Cada color representa un rango específico de longitudes de onda, y la percepción de un color determinado depende de la proporción de estas longitudes que inciden en nuestra retina.

La luz blanca, que a menudo consideramos un color puro, es en realidad una mezcla de todas las longitudes de onda del espectro visible. Al pasar la luz blanca a través de un prisma, se descompone en sus componentes, revelando el arcoíris de colores que la componen, demostrando la naturaleza multi-ondulada de la luz que percibimos como blanca.

Es importante destacar que la percepción del color no es solo una función física, sino también un proceso complejo que implica la interpretación del cerebro. Las células receptoras en la retina, los conos y los bastones, detectan las diferentes longitudes de onda y transmiten esta información al cerebro, donde se construye nuestra experiencia subjetiva del color. Esta subjetividad es notable en la variabilidad de la percepción del color entre individuos, e incluso en las diferencias percibidas bajo diferentes condiciones de iluminación.

En conclusión, si bien el mundo está repleto de radiaciones electromagnéticas de diversas longitudes de onda, la capacidad visual humana se limita a la detección de la luz visible, un estrecho rango entre 400 y 700 nm. Dentro de este pequeño segmento del espectro electromagnético, reside la extraordinaria diversidad de colores que dan forma a nuestra experiencia visual y a nuestra percepción del mundo.