¿Qué es la regla 60/30/10 en fotografía?
La magia del equilibrio: Dominando la regla 60/30/10 en fotografía
La composición fotográfica es un arte sutil, un delicado equilibrio entre elementos que dan vida a una imagen cautivadora. Mientras que la regla de los tercios nos guía en la disposición de los objetos, la regla 60/30/10 nos sumerge en el fascinante mundo del color, revelando la clave para una armonía visual impactante. Esta regla, más que una fórmula rígida, es una guía flexible que nos invita a orquestar los colores en nuestra escena, creando una sinfonía visual que cautive al espectador.
¿En qué consiste exactamente la regla 60/30/10? Imaginemos nuestro encuadre como un lienzo dividido en porcentajes. El 60% de este lienzo se reserva para el color dominante, la base de nuestra composición. Este color, a menudo neutro o poco saturado, establece el tono general de la imagen y proporciona una sensación de estabilidad. Pensemos en un paisaje donde el verde de la hierba ocupa la mayor parte del encuadre, o un retrato con un fondo neutro que no distraiga la atención del sujeto.
El siguiente 30% se dedica al color secundario, un color que complementa al dominante y aporta personalidad a la fotografía. Este color, generalmente más saturado o contrastante que el dominante, añade profundidad y atrae la mirada hacia puntos de interés específicos. En nuestro paisaje, podría ser el azul del cielo o el marrón de las rocas, mientras que en el retrato, podría ser el color de la ropa del sujeto.
Finalmente, el 10% restante se reserva para el color de acento, el toque de brillo que da vida a la imagen. Este color, a menudo vibrante y llamativo, se utiliza con moderación para resaltar detalles cruciales y crear un contraste visual impactante. En nuestro paisaje, podría ser el amarillo de una flor silvestre o el rojo de una casa en la distancia, mientras que en el retrato, podría ser el color de los ojos o un accesorio llamativo.
La belleza de la regla 60/30/10 reside en su versatilidad. No se limita a géneros fotográficos específicos, sino que se adapta a cualquier escenario, desde paisajes y retratos hasta fotografía de producto y arquitectura. Además, no implica necesariamente la presencia de tres colores únicos. Un mismo color puede manifestarse en diferentes tonalidades y saturaciones para cumplir las funciones de dominante, secundario y de acento.
Dominar esta regla no se trata de medir con precisión milimétrica los porcentajes de color, sino de entrenar el ojo para percibir el equilibrio y la armonía cromática. Experimentar con diferentes combinaciones de colores, observar la naturaleza y el trabajo de otros fotógrafos son excelentes maneras de afinar nuestra sensibilidad cromática y aplicar la regla 60/30/10 con maestría, transformando nuestras fotografías en auténticas obras de arte visuales.
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