¿Cómo saber si ya pasamos la etapa del enamoramiento?

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Después del enamoramiento, comienza el amor. Los sentimientos se estabilizan, se conoce mejor a la persona y sus virtudes e imperfecciones se vuelven evidentes.

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Del vértigo al aterrizaje suave: ¿Cómo saber si superamos la etapa del enamoramiento?

El enamoramiento, ese torbellino de mariposas en el estómago, euforia constante y una visión idealizada del ser amado, es una fase intensa pero, generalmente, efímera. Su final no implica el fin del amor, sino más bien su metamorfosis. Pero, ¿cómo distinguimos el fin de la pasión inicial y el comienzo de un amor maduro y real? No existe una fórmula mágica, pero sí señales que nos indican que hemos pasado de la vorágine del enamoramiento a la calma, a veces más serena, del amor consolidado.

Después del enamoramiento, comienza el aterrizaje. Los sentimientos, antes volcánicos e impredecibles, se estabilizan. La euforia constante cede el paso a una felicidad más profunda y duradera, menos dependiente de la intensidad de los momentos compartidos y más arraigada en la confianza y la comprensión mutua. La idealización se desvanece, dando paso a una visión más realista, que integra las virtudes y las imperfecciones de la pareja, aceptándolas como parte integral de quien es.

Algunas señales clave nos pueden ayudar a discernir esta transición:

  • La objetividad regresa: Ya no ves a tu pareja a través de lentes rosadas. Reconoces sus defectos, no como obstáculos insalvables, sino como parte de su personalidad, y aprendes a aceptarlos y, en muchos casos, incluso a apreciarlos. La frustración o el enfado ya no son vistos como el fin de la relación, sino como oportunidades para el diálogo y la resolución de conflictos.

  • La comunicación se profundiza: La conversación ya no gira únicamente en torno a la admiración mutua. Se establecen conversaciones más profundas, se comparten miedos, inseguridades y aspiraciones. La comunicación se vuelve un pilar fundamental de la relación, no solo un elemento para expresar afecto.

  • La rutina se convierte en comodidad: La monotonía no es sinónimo de fracaso. La rutina, si bien puede ser percibida como aburrida al principio, se transforma en un espacio de comodidad y seguridad. La familiaridad se vuelve un bálsamo que refuerza el vínculo y la confianza.

  • El apego se consolida: La dependencia emocional excesiva, característica del enamoramiento, disminuye. El amor se basa en el respeto por la individualidad de cada uno, permitiendo el espacio personal necesario para un crecimiento individual que enriquece la relación en conjunto. La idea de “no poder vivir sin la otra persona” cede ante la certeza de querer compartir la vida con ella, pero también de poder vivir una vida plena de forma individual.

  • La pasión se transforma: La pasión intensa del enamoramiento se transforma en una pasión más serena, más duradera y menos frenética. Se basa en el cariño, el afecto profundo, el respeto y la complicidad.

Superar la etapa del enamoramiento no es una pérdida, sino una ganancia. Es el paso del romanticismo efímero a un amor sólido, maduro y duradero, basado en el conocimiento profundo, la aceptación incondicional y el compromiso mutuo. Es el comienzo de una historia de amor real, auténtica y, por qué no, aún más hermosa que la fase inicial. Celebrar esta transición es celebrar el crecimiento de una relación auténtica.